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A la caza de Norman Mailer

Gabriel Contreras

  1. EL ESCRITORIO

Norman Mailer era un hombre de ideas ambiciosas. La vida de un asesino, los estragos de la guerra norteamericana, la corrupción moral en el ámbito fílmico, esas fueron cosas que le atrajo retratar, contar de alguna manera, y alrededor de esos aspectos esenciales desarrollaba gran cantidad de apuntes, esquemas, digamos que una compleja arquitectura narrativa.

Los que estamos interesados en la obra de Norman Mailer, que tal vez no somos muchos o no nos conocemos entre nosotros, tenemos hoy la necesidad de ir deduciendo poco a poco sus técnicas a través de asomos fragmentarios aquí y allá, entrevistas dispersas, artículos, reflexiones sueltas, cosas así. Es algo parecido a la reconstrucción de un crimen a través de las huellas del culpable, o como si escribiéramos la historia de un deportista campeón, dijo esto, acá dijo esto otro, allá dicen que dijo, pero no, no lo dijo así, sino de esta manera.

Los libros, el conjunto de los libros que escribió Norman Mailer son un claro testimonio de su visión, así como sus fotografías, que ruedan ampliamente en Internet y, por supuesto, sus declaraciones recogidas con cámaras de cine o en video. Todo eso, es algo que tenemos que ir organizando y haciendo un atado con él, pero… Otra cosa, otra cosa es la evidencia física de su manera de crear, esto es… su cuarto de trabajo, su escritorio. Eso ya lo investigó  el escritor Dwayne Raymond con cierta profundidad, y además lo documento en su libro de encuentros con Mailer.

El estudio de trabajo de Norman Mailer nos habla claramente de sus últimos días de escritura.

Pensemos de una casa ubicada en Provincetown, desde la cual se domina plenamente el pequeño cuerpo de la ciudad. Una casa clara, perfectamente iluminada, rodeada por gaviotas y por cierto aire de rancho.

Ahí, con su pluma, montones y montones de hojas y libretas, su antigua máquina de escribir, y el apoyo de una gran ambición y mucha inteligencia…

Ahí, Norman Mailer pasó sus últimos días escribiendo un libro en torno a Hitler.

Por eso es que estaba examinando los estragos de la Segunda Guerra Mundial, por eso tenía diccionarios de alemán a los que ponía un especial interés, y por eso también se esmeraba en llenar pequeñas tarjetas de aspecto escolar.

Aquellos apuntes cumplieron su objetivo, y después fue la hora de la muerte.

Es realmente interesante que un hombre que supo tanto sobre la guerra y la maldad, comenzó hablándonos de la violencia manicomial, de su participación como soldado, cosas así, y acabaría diciéndonos cómo era Hitler en su esencia, cómo eran sus resortes, sus demonios internos, su maquinaria moral o inmoral.

El libro que norman Mailer estuvo escribiendo al final se llama “El castillo en el bosque”, y  Dwayne Raymond sabe mucho acerca de ese libro, porque tuvo la oportunidad de indagar las evidencias de los últimos días y, sobre todo, de observar y asesorar prácticamente la rutina de trabajo de Mailer.

Si a ustedes realmente les interesa el asunto, asómense a ese pequeño texto, está en la Red, y se llama “Informe sobre el escritorio de norman Mailer”.

Acá no nos detendremos tanto sobre la cuestión del escritorio en relación con el escritor, sino que hablaremos sobre una pequeña búsqueda, un pequeño asedio que comenzó por ficción periodística, y acabaría por convertirse en un breve cuestionario, extendido en esta mesa de Proncetown, y respondido por Mailer, en esa misma mesa que algunos consideran, ya, legendaria.

Ese es el asunto de estos apuntes. Ok.

 

  1. LA CAZA

“El fascismo vendrá tras el derrumbe económico”. Así termina la entrevista que están ustedes a punto de leer. Una frase inquietante, si vemos que fue puesta en juego muchos antes de la famosa crisis mundial cuyos embates seguimos viviendo en estos momentos…

El escritor norteamericano Norman Mailer murió en el año 2007 a causa de una insuficiencia renal. Pero lo realmente importante ocurrió antes de su muerte. Hoy, les ofrezco una entrevista con Mailer, entrevista que es al mismo tiempo una prueba, una constancia de plena terquedad y absoluta paciencia, ya verán ustedes por qué. Ok.

La cosa ocurrió hace ya bastantes años. En ese tiempo, escribía en la sección de cultura del periódico “El Porvenir”, en Monterrey. Y la verdad es que desde mucho tiempo antes tenía la esperanza de entrevistar a Norman Mailer, a quien consideraba una de las piezas más importantes del engranaje de la literatura norteamericana, junto con Capote, Vidal, Sallinger, gente así…

En mi caso particular, la oportunidad de entrevistarlo en persona jamás surgió, así que decidí tomar un atajo.

Sobre la base de algunos de sus libros y declaraciones, me detuve a escribir una entrevista ficticia. Aunque la ficción era una palabra de sobra, ya que las ideas y las opiniones de Mailer que asenté en esa entrevista eran totalmente contrastables, se atenían punto por punto a sus posturas y visiones.

Para darle un toque de ironía a esa entrevista entre ficticia y real, la titulé: “Detesto las suposiciones (una entrevista factible con Norman Mailer)”. La publiqué  en el periódico y después en un libro cuya presencia hoy está descartada.

 

3. PERIODISMO FICCION

¿Qué tan inquietante puede resultarnos averiguar que Norman Mailer nació en 1923, en Long Branch? No menos, por supuesto, que señalar sus estudios en Harvard y mencionar entre sus obras principales a “Los desnudos y los muertos”, “Un sueño americano”, “El combate”, “La canción del verdugo”, “Noches de la antigüedad” y “Los hombres duros no bailan”.

Extraño, muy extraño que tantas visiones y abordajes de tal y cual autor, comiencen por la ficha, el árbol genealógico, el pedigrí, como si se tratara de un criminal, un enfermo de tuberculosis o un aspirante a la Presidencia del país .

En este caso, obedeciendo  a la dinámica tan particular del trabajo y la personalidad de Mailer, sumidas en un brebaje que no termina de distinguir el periodismo de la literatura, he optado por armar una entrevista con este amante del alcohol, las rubias y el box, tal y como se la plantearía si lo tuviera a la mano, tal y como probablemente él mismo respondería.

Las preguntas no se las extendí jamás, en tanto que las respuestas son puntual y textualmente fieles a su pensamiento.

El escenario. Bien puede tratarse de un departamento de barriada, un segundo piso. Ni muchos ni pocos libros sobre la mesa. Abundantes periódicos amarillentos, eso sí, cubiertos de ceniza. El cabello tan escaso como blanco y desordenado. Las botas de minero, profundamente sucias. Un viejo saco de pana y una camisa de cuadros rojos.

¿De quien aprendió usted?

Supongo que del escritor que más he aprendido es de Forster, no voy a decir que sea el necesariamente uno de los novelistas que más admiro. Pero he aprendido bastante de él (…) Forster me enseñó que la personalidad es más fluida, más dramática y alarmante de lo que había pensado.

¿Sigue usted creyendo que los negros son superiores a los blancos en materia sexual?

La comedia consiste en que el blanco detesta la idea de que el negro alcance la superioridad en la escuela, porque siente que goza ya de la superioridad sexual. De tal manera que el blanco, inconscientemente, busca el equilibrio, cree que el viejo trato sigue siendo justo. El negro tenía su supremacía sexual y el blanco su supremacía blanca.

Si se compara usted, como escritor, con Gore Vidal, ¿quien se lleva la  ventaja?

Para hablar claro… diré que Norman Mailer se ha casado veces y Gore Vidal nunca; Mailer tiene cinco hijas y Vidal cero; Mailer tiene siete descendientes, Vidal no tiene a nadie, ¿Qué más quiere saber?

¿Confía usted en el periodismo como un medio de transmisión de la verdad?

Este es un chiste judío. Se encuentran dos abuelas. Una empuja un cochecito de bebe. Oh, dice la otra, que hermoso nieto tienes. Eso no es nada, responde la primera mientras busca en su bolso, espera a que te muestre su foto.

Usted dijo alguna vez que el sexo puede ser matador, ¿que quiso decir?

Por supuesto que no voy a desabrocharme la bragueta.

¿Tuvo usted alguna razón en especial para atacar a su mujer con un cuchillo?

Eso es algo que debemos olvidar para siempre.

¿Considera al graffitti como una labor artística?

Se han escrito obras maestras de un metro ochenta en las paredes y los coches del Metro, al menos en Nueva York.

¿Recomienda por experiencia propia el uso de la mariguana?

Las drogas son una forma espiritual del juego. Esta es una ecuación poética que se puede llevar hasta el fin de la metáfora, porque las dogas te están embolsando el porcentaje de la casa… La mariguana te acelera, te abre a tu inconsciente. Durante media hora o una hora, te hallas mejor que de costumbre, te suceden más cosas. Haces mejor el amor, comprendes mejor a las personas, pero luego tardas tres días en recuperar la energía perdida, así que sales perdiendo.

¿Se considera usted una autoridad en materia boxística?

Eso se decide en el ring. Yo soy escritor, y eso es bueno; los lectores son los que creen que se demasiado de box. Los lectores a veces son unos idiotas.

¿Qué beneficios puede acarrear la pornografía?

Una de las ironías de la pornografía es que libera a la gente de andar de cacería tras el sexo.

¿Envidia usted a Miller, por haberse metido a la cama con Marylin?

La belleza, en último termino, es la piel, y no le demos vuelta a eso.

¿Cuál es su opinión acerca de Truman Capote?

Es un marica y además está muerto.

¿Alguna obra plástica formal que sea para usted tan valioesa como un graffitti?

“Eco de un grito”, de Siquieros, y “Noche estrellada”, de Van Gogh.

Usted escribió una crónica sobre la guerra de Vietnam, una sobre el primer viaje a la luna, y una sobre la pelea Clay-Foreman, que tienen esos tres temas en común?

Los tres me parecieron interesantes.

¿Cómo definiría usted a un puerco?

Un banquero es un puerco.

¿Le preocupa a usted la situación de los Estados Unidos en estos momentos?

Este país está entrando en el tiempo más desesperado y de pesadilla de su Historia. A menos que todos los norteamericanos consigan ser más bravos, todo va a ir de mal en peor… incluyendo la mujerización del país.

¿Existe alguna vía standard para conseguir el éxito literario?

El buen estilo es algo que tiene que ver con despojarse de todas las codicias, todas las incapacidades y todas las veleidades de uno.

¿En qué medida favorece al escritor la práctica del periodismo?

Puedes hacer periodismo y esto puede resultar terrible para tu estilo. O puede equilibrarlo… si lo que escribes es reflejo de tu propia conciencia, entonces hasta el periodismo puede resultarte interesante.

¿Cuál es su postura ante el fenómeno del lesbianismo?

Siempre he tenido la sensación de que si fuera mujer disfrutaría mucho del lesbianismo.

¿Qué piensa usted acerca de las entrevistas armadas a base de fragmentos, recortes y suposiciones?

Qué tal si cuando yo muera, alguien viene y me sitúa en una orgia de maricas. Detestaría eso. Esas entrevistas son una manera de joder, aunque se hagan con buena intención.

 

  1. COSAS DE LA GUERRA

Más tarde, desde Barcelona, escribí para “Reforma”, “Lateral”, “Gatopardo”, medios así.  Total que le ofrecí a Mihaly Des esa entrevista ficticia con Norman Mailer. Des es un editor húngaro con mucho olfato, de manera que la publicó  de inmediato.

y a punto de regresar a México, apareció el libro “¿Por qué estamos en guerra?” de Norman Mailer, una reflexión en torno a la guerra de Irak.

Lo verdaderamente extraño del caso es que, por causas que solamente el entonces director de la editorial Anagrama podría explicarnos, esta obra apareció antes en español que en inglés.

El autor de “La canción del verdugo”  y “Los ejércitos de la noche” seguía trabajando, continuaba sentado frente a la máquina de escribir, y acababa de publicar un libro en torno a la agresividad del gobierno del presidente George Bush.

Norman Mailer era ya un hombre y un nombre legendario, mítico a pesar de estar vivo y en activo. Era, en el fondo, aquel mismo Norman Mailer que alguna vez se subió al ring para intercambiar golpes con Muhammad Alí, el mismo que amenazó a su esposa con un cuchillo por motivos que jamás conoceremos. Era el mismo que, nacido en Brooklyn hacia precisamente ochenta años, vivía entonces en Provincetown,  en compañía de su sexta esposa, Norris Church, una mujer de 53 años, la única a la que le había sido enteramente fiel.

Pero, vaya, los escándalos políticos y los desplantes amorosos no eran ya el único matiz que definía el perfil de este escritor periodista o periodista escritor. Había madurado, había profundizado en sus propias ideas hasta convertirse en un testigo decisivo para Norteamérica.

Ciertamente, no hubo cañonazos ni pasteles para celebrar su 80 aniversario, a pesar de la singular importancia de ese octogenario. Norman Mailer no era un “héroe nacional”, ni nada parecido para los Estados Unidos, por supuesto que no. Pero  seguía convencido de  que los  hombres duros no bailan, y había preferido sentarse ante su máquina y terminar un nuevo libro, un libro evidentemente polémico y reventador, un texto provocador.

Leí el nuevo libro de Mailer en el Metro y de inmediato. Era evidente que la edad no había hecho mella sobre el espíritu de este hombre que vivía en el mismo pueblo donde vivieron Ernest Hemingway y Tenesse Williams.

En esos días, a causa de la artritis y de una intervención quirúrgica, Mailer caminaba apoyado por un bastón, pero con todo y eso sus palabras seguían generando opiniones encontradas, seguían siendo un punto de referencia político, seguían siendo admiradas o repudiadas, aunque no ninguneadas.

Mailer tenía una opinión muy clara y estaba dispuesto a ponerla ahora mismo en juego, no importaba cuál fuera el escenario.

“¿Por qué estamos en guerra?” encerraba una reflexión severa, profunda y directa en torno a una de las más grandes y profundas tradiciones norteamericanas: la de agredir a otro países, siempre más débiles.

El origen de este libro está en el ataque del 11 de septiembre de 2001, una operación que arrojó centenares de muertos y que, según lo apunta Mailer, resultó ser “un símbolo descomunal y misterioso de no sabemos qué”.

Mailer, que se caracterizaba por haber sido una de las grandes voces rebeldes de los días de la guerra de Vietnam y de los días del poder de Nixon y Kissinger, volvió a su máquina de escribir como en sus mejores tiempos, con el mismo coraje y la misma decisión de su pérdida juventud.

En esta ocasión, bajo el gobierno de Bush, narra Mailer, el miedo recorría las calles favoritas de Woody Allen y Robert de Niro; el miedo penetraba como una mano oscura también en los hogares de los televidentes de todo el mundo. Mailer lo dice así: “Llevábamos años viendo en las pantallas espectáculos de vértigo y disfrutando de ellos”. Mailer apunta: “Estábamos protegidos. Éramos capaces de dedicar una centésima parte a entrar en la historia y vivir con el miedo. Ahora, de pronto, el horror resultaba ser auténtico. Dioses y demonios invadían Estados Unidos, procedentes de la pantalla del televisor”.

Aunque nunca se demostró la participación de Bin Laden en el ataque del 11 de septiembre, Estados Unidos atacó Afganistán para detenerlo.

Y aunque tampoco se demostró la asociación entre Bin Laden con Sadam Hussein, se atacó luego a Irak para completar la venganza e intentar detener a Saddam, cosa que al cabo se lograría matándolo. Norman Mailer, ese hombre de corta estatura y  brillantes ojos azules, ese que reflexionó sobre las andanzas de la CIA en “El fantasma de Harlot”, nos ofrecía ahora este pequeño libro una visión panorámica de este proyecto político de venganza y destrucción, un plan tan norteamericano como atento a las obsesiones del presidente George Bush.

  1. LA ENTREVISTA

Quise entrevistar Norman Mailer para “Lateral”; entrevistarlo aunque fuera brevemente, y para hacerlo tuve que acudir a un protocolo interesante que consistió, primero, en conectar con la casa editorial que publica sus obras en Barcelona, donde después de mostrar mis intenciones tuve que depositar unas cuantas preguntas por escrito, que a su vez fueron remitidas a una agencia ubicada en Bedford Square, en Londres, para desde ahí ser enviadas hasta la casa de Provincetown, Massachusetts, donde habitaba Mailer.

Todo parecía perdido, sí, pero mucho después, no sé si cinco o seis meses más tarde, las respuestas fueron redactadas directamente por Norman Mailer a máquina. Las envió por fax a su agencia. Pasaron de Estados Unidos a Inglaterra y de Inglaterra a España. Y entonces las remití desde Cerdanyola  hasta un local de la calle Sant Joan.

Esta es la entrevista.

-Mohammad Alí fue derrotado por los golpes y por los años, usted no. ¿Podría decirme cuál ha sido su secreto para continuar frente al teclado con la energía de un adolescente ahora que tiene ya ochenta años cumplidos?

-La verdad es que yo no recibí tantos ni tan duros impactos como Mohammad Alí. Además, debo decir que la vejez es algo simple. Finalmente, uno llega a comprender que la habilidad para trabajar debe ser concebida como una especie de bendición.

-¿Cuál es, desde su punto de vista, el defecto más importante de la sociedad americana actual?

-Su defecto principal es su arrogante sentimentalismo, su codiciosa ceguera del alma. Los norteamericanos quieren que la existencia sea dulzona, algo que debería ser apreciado como una especie de sinfonía privada.

-¿Cómo observa usted actualmente las relaciones entre periodismo y la literatura, ese vínculo que usted impulsó con tanto empeño en los años setentas? ¿Se han incrementado esas relaciones, han madurado, se han vuelto algo pasado de moda?

-Lo siento mucho. No sé cuál sería la respuesta a esa pregunta. Quizás la pregunta futura podría ser: ¿se tragará el periodismo a la literatura?

-¿Cuál es su percepción acerca de esa tendencia política de George Bush a la que el novelista Paul Auster ha llamado una “vanguardia fascista”?

-El gobierno de Bush no es fascista todavía. Yo supongo que la verdadera prueba su fascismo surgirá a partir del derrumbe económico que vendrá después de una gran serie de actos terroristas.

Religión y Política, o más bien la Religión en la Política

Cinthya Araiza

La religión es el opio de los pueblos…” K.Marx

Sería lógico pensar que la religión y la política son asuntos totalmente distintos debido a la dimensión que ambas abarcan. Por un lado, a la religión le concierne la espiritualidad y el alma del hombre, y por el otro, la política es una ciencia a la cual se le atribuye las cuestiones meramente terrenales tales como: el quehacer de los dirigentes y representantes de un país, la ambición material y el servicio social para el bien común de la sociedad.  Sin embargo, tanto la religión como la política sí llegan a coincidir en varios aspectos y llegan a ser muy parecidas. Ambas instituciones, dependen del funcionamiento burocrático, además al interior de ambas, existe una gran variedad de ideologías que desafortunadamente difieren y pelean por ser acreedores tanto del poder divino, como del poder material respectivamente.

La poderosa fuerza conservadora de la Iglesia (hablando de la católica), es para muchos la mejor aliada del poder político, sobre todo en los Estados católicos. En México, el estado liberal presidido por Benito Juárez en 1867, declara que nuestro país fue establecido como Estado laico, que no mantenía relaciones jurídicas con la Iglesia católica de México ni mucho menos relaciones diplomáticas con la Santa Sede en Roma, contemplando a ambas como enemigas del Estado liberal. Era evidente que la razón por la que la separación completa entre ambos poderes, fue simplemente para asegurar la independencia del país con respecto a la influencia de los clérigos, sobre todo en la educación.

Se cree que el  catolicismo, –religión que la  gran mayoría de los mexicanos practicamos–  guarda una relación estrecha (aunque algo perversa) con la política debido a su comportamiento. Muchos escépticos dan por hecho esta relación y concluyen que la línea entre lo espiritual y lo terrenal se ha ido borrando, al grado de inferir que ambas van de la mano y no sólo eso, sino que también se mezclan.

La religión desde un punto de vista de análisis crítico se ha convertido en una especie de tabú en nuestro entorno, sobre todo en la política. Hoy por hoy, cuestionarla ó atacarla sería prácticamente inútil e ilógico. Fue Nicolás Maquiavelo, uno de los más grandes críticos de la religión, quien cuestionara el poder del Papa y de la misma religión como fuente legítima de organización política en una sociedad de hombres. Esta crítica queda plasmada en su obra “El Príncipe” en donde expone que “el poder político no viene de Dios, sino de la sociedad, es decir de la gente”, haciendo a un lado a la Iglesia y cediéndole la autoridad legítima al poder político (en este caso un Rey), razón por las que fuera excomulgado. Para Max Weber, el sentido carismático atribuido a un líder ó jefe, depende mucho de sus seguidores, más que de las cualidades del mismo líder, desvirtuando así al Papa, pues son los miles de fieles guiados por la fe quienes le atribuyen la virtud de que el Papa es el representante de Cristo en la tierra. Para Weber, el Papa en turno juega el papel jefe de un Estado (el Vaticano) que lleva consigo una burocracia eclesial haciendo pues una comparación entre ambas religión y política.

Desde la época del Renacimiento la crítica a la religión se hace presente en obras de pensadores y filósofos, muchos de ellos perseguidos y excomulgados por la misma Iglesia. El proceso de lucha entre la razón y la fe, entre la ley del hombre y la de Dios, entre el derecho positivo y el derecho natural, culminó con la Revolución Francesa, instaurando así por primera vez, el Estado laico y democrático. Sin duda alguna, este suceso histórico marcó el comienzo de una nueva era, en donde la política intentó separarse por completo de la religión. Sin embargo, para muchos, el divorcio de dicho matrimonio no ha llegado a consumarse. Probablemente los autores del Renacimiento tenían razón en que los problemas que vivimos en la actualidad no corresponden a la religión, ya que se trata de cuestiones materiales, producidos por el hombre. Es válido que se recurra a la fe para apoyarse espiritualmente, pero, la solución no recae en la religión, sino en el terreno de la política, en donde el hombre es el autor y actor principal.

 

Algo se pudre en Dinamarca

Gabriel Contreras

Dinero rápido, muerte lenta

Cuando amanecía el Siglo XXI, muchos fuimos los que nos tomamos el tiempo para dar el grito de alarma. Nos sonaba a materia de escándalo, por ejemplo, el alegato de Viviane Forrester en relación con el neoliberalismo tal y como lo expresaba en su libro Una extraña dictadura.

Antes, la misma periodista francesa había asentado un tremendo golpe editorial a través de El horror económico, poniendo sobre la mesa un paisaje terrible, monstruoso y al mismo tiempo, al parecer, imparable.

En sus dos libros, ambos carentes de lo que suelen llamarse datos duros, o sea faltos de barras, quesos, comparativos y en general datos estadísticos, Forrester, aunque heterodoxa, ejerce una observación panorámica del funcionamiento de la economía global tal y como se apunta al arranque del Siglo XXI. Continue reading Algo se pudre en Dinamarca

Indignados: Somos los de abajo. Vamos por los de arriba

Indira Kempis

Tenemos menos de 30 años. Somos la generación que ha conocido los efectos de las dos migraciones: la del campo a la ciudad y las de la ciudad a otros países. Nos ha tocado usar inventos ingeniosos como una laptop, de hecho podría decirse que no concebimos el mundo sin Internet.

Vivimos con el discurso de que la educación es importante, probablemente esa sea una de las razones por las que hemos escalado un poco más en los grados escolares que nuestros padres. Nos vendieron que la fórmula para lograr el éxito, no es más que el número de ceros en el cheque, además del coche, la casa, el perro y un retrato familiar.

En México, a pesar de que vivimos en un país donde existen más de 40 millones de pobres, contamos entre las filas de los habitantes a uno de los hombres más ricos del mundo. En más de una ocasión he escuchado decir que esto en lugar de despertarnos preguntas sobre la desigualdad, debería causarnos orgullo porque esos ricos de apellidos que salen en las revistas del corazón son las personas a las que deberíamos seguir el paso.

La vida podía parecer tan fácil. Pero conforme crecimos, nos dimos cuenta que habíamos nacido en la crisis, que estudiar nos costó más que sólo desearlo, que para conseguir un buen empleo debías estar exageradamente calificado, pero que si lo estabas no podías ganar más que lo suficiente. En España, por ejemplo, el desempleo y las bajas remuneraciones generaron a la generación de los mil euros, es decir, la que no gana más que eso sin contar el seguro social. Llegando a este punto, de la casa, el auto, el retrato y el perro, mejor no hablamos.

A la par, otros jóvenes inventaron redes virtuales para socializar. Ellos, Jack Dorsey y Mark Zuckerberg, se hicieron millonarios. Nosotros, los consumidores, encontramos un espacio para interactuar. Por supuesto que usted y yo somos privilegiados, considerando que en México cuenta con cerca de 30.8 millones de usuarios que tienen acceso a Internet, lo que representa el 30 por ciento de la población, aproximadamente, de acuerdo a la Asociación Mexicana de Internet  (AMIPCI). Al menos  65.65% de ellos con una cuenta en Facebook, mientras que 2 millones 480 mil son usuarios activos en Twitter, según un estudio realizado por la empresa Mente Digital.

Los hábitos de rapidez e inmediatez instalados en nuestra cultura posmoderna, reflejados en los comportamientos que adoptan los usuarios en las redes sociales virtuales han permeado en la concepción que la sociedad tiene sobre sí misma. Sigmunt Bauman afirma en su libro Tiempos Líquidos que esta sociedad cambiante “se ve y se trata como una red, en vez de como una estructura (menos aún como una “totalidad solida”): Se percibe y se trata como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de un número esencialmente infinito de permutaciones posibles”.

Esas conexiones permitieron enterarnos a los usuarios de las redes sociales virtuales de una noticia que empezaría con la Primavera Árabe, seguiría con Acampada Sol y nos dejaría en Occupy Street: El suicidio público en Túnez de Mohamed Bouazazi, un profesional desempleado y reconvertido en vendedor ambulante para alimentar a su familia. La policía le quitó sus productos porque no estaba habilitado y el joven, en protesta, se prendió fuego.

#Occupy

La oleada de esa primavera árabe se propagó velozmente, alcanzando las plazas en Argelia, Marruecos, Yemen, Siria, Oman, Jordania y Barhein. Las voces de las protestas indicaban las quejas ante familias monárquicas, dueñas del poder, ¿por qué habría que dejar la vida social en manos de unos cuántos? Todas las movilizaciones, a partir de este momento, empezarían con reclamos económicos-sociales. Exigir el final de autoritarismos y la apertura política para desmonopolizar la toma de decisiones.

Es importante mencionar que el caso de Mohamed se repitió con Ahmad Hashem, de 25 años, quien estaba desesperado por no conseguir trabajo y terminó quemándose en el tejado de un edificio de Alejandría. Los dos móviles de la Primavera Árabe son similares.

La furia justificada inundó las redes sociales virtuales. La franja tan distante entre los ricos y los pobres, la carencia de oportunidades, la desigualdad comenzaron a ser cuestionamientos directos sobre los sistemas económicos entre algunos de los usuarios de la red.

Estos reclamos llegaron a la Puerta del Sol. En Twitter,  se puede seguir el movimiento con el hashtag  (búsqueda) #15M. 150 plazas públicas de España se llenaron de jóvenes que se quedaron a acampar. A esta movilización nacional se adicionan quejas sobre los derechos laborales, las pensiones, la reducción de salarios, la falta de empleo, los presupuestos escasos para la educación y salud pública como la privatización de los programas gubernamentales.

#DemocraciaRealYA también sigue resonando en las plazas españolas. Es mediante el sitio Tomalaplaza.net, el que sirve en fuente de información fidedigna para la organización social, como se genera la organización. Los medios de comunicación tradicionales toman información de los blogs y microblogs y con eso dan eco a las demandas.

Sin embargo, no es casualidad que este movimiento se esté creciendo. Por una parte, estos emergentes espacios públicos permiten la liberalización de las voces populares. Pero, las condiciones socioeconómicas mundiales regalaron las argumentaciones perfectas para detonar la indignación. La académica Nuria Cunill reconoce que esas demandas que se gestan en la sociedad ya no sólo se consideran de autorganización política, sino social, lo que implica que “la esfera pública resulta en este caso movilizada hacia la conquista de poderes sociales y, específicamente, hacia la reivindicación de espacios autónomos en torno a la configuración de la vida social”.

Ésta configuración de la vida social, como la denomina la investigadora, tiene que ver con la apropiación de los espacios públicos que permiten que las voces diversas permeen al poder público o como afirmaría Habermas los sujetos se persuadan mutuamente. Una demostración de que la sociedad necesita incidir en la agenda pública y en la toma de decisiones, mediante la vía pacífica, sobre lo que considera necesario para sí misma. Esa es la #spanishrevolution: congregaciones de jóvenes en diferentes puntos de las ciudades para debatir sobre los derechos básicos (que no tradicionales) a la cultura, la educación, la participación, la felicidad.

El tercer momento más importante del movimiento global se inició justo en lo que se considera el símbolo del capitalismo mundial. En los patios de Wall Street, con el movimiento #OccupyWallStreet (OWS), aquí fue cuando el nombre “Indignados” adquirió mayor fuerza. Lo que comenzó un grupo de jóvenes pequeño de clase media, universitarios, se convirtió en uno de los movimientos más emblemáticos para la historia de ese país. Incorporando a los banqueros y a las empresas como móviles de la construcción de un capitalismo sin visión social.

La exclusión, también como bandera, condujo a argumentaciones sobre cómo es que a partir de estas políticas sólo se benefician quienes permanecen en vínculos en una misma élite financiera, dejando a un lado los intereses del resto. De ahí se originó otro microgrupo: el 99, es decir, los desempleados, los indígenas, los pobres, los afrodescendientes, las minorías.

¿Quiénes son los indignados? Es una pregunta a la que se les ha adjudicado las explicaciones anteriores, nombre tomado de un libro cuyo título en francés Indignez-vous! de Stephane Hessel, un sobreviviente francés de los campos de concentración nazi, de actualmente 93 años, que ha trabajado en denuncias públicas ante los genocidios de la humanidad y en resistencia a la violencia. Para él, la vida se tiene que usar con compromiso. Las razones para indignarse tienen que ver con las condiciones socioeconómicas que no permiten la libertad, la seguridad, la justicia social, la equidad y los derechos humanos. Eso sería más que suficiente para la indignación, sobre todo apelando a la juventud como actores decisivos para conservar y avanzar hacia esos valores.

Estas generaciones de jóvenes son los que están haciendo visible la voracidad de quienes han ostentado el poder económico en todo el mundo. No se consideran políticos y, sin embargo, utilizan los espacios públicos y virtuales para hacer política, la que podríamos llamar “la política del descontento”. También, el liderazgo no se asume desde unas cuantas voces, sino en una multitud multiplicadora de voces, de tal manera, que el liderazgo es compartido y, al mismo tiempo, colectivo. Se nota esto desde su lenguaje plural: somos, nosotros, estamos, queremos, deseamos, pensamos.

En México, casi a la par, se comenzaron a tener en distintas ciudades “acampadas” y tomas de plazas públicas. La organización social se gestó de la misma forma: el uso de redes sociales virtuales como herramienta para enlazar las conexiones (mas no relaciones) entre los participantes. De surgió, por ejemplo, @acampadamty y @tomalacallemx

En un foro abierto, dentro de la cuenta de Facebook que utilizo, planteé una pregunta para conocer algunos de los motivos que, dentro de mis contactos, se tendría para entender esa indignación, aquí sus respuestas:

  • Rodolfo Garza: ¿Indignado? ¡Desde luego! Indignado porque tenemos el gobierno que no merecemos, indignado porque la reina Economía tiene apellidos de alcurnia, indignado porque la calle es camino minado, indignado porque las letras se encuentran sitiadas, indignado por el hambre, por el miedo, por el futuro de rostro turbio. Indignado más aún, por nuestra juventud apática.
  • Jorge Arturo Castillo: Porque atentan contra mis derechos de vivir una vida justa y equitativa, de vivir una vida tranquila y en paz, porque atentan contra mi derecho al libre tránsito, a acceder a información veraz, a saber la verdad.
  • Juan Alberto Hernández Arreola: Indignado del cinismo de los políticos y funcionarios públicos. De que el país, estado y ciudad estén tan mal como nunca antes y todavía tengan el cinismo de hacerse publicidad con nuestros recursos.  
  • Nadia L. Orozco: La dignidad se refiere al merecimiento de algo. Se trata del respeto mínimo que merece todo ser humano por el hecho de serlo, y que da lugar y sustento a los derechos básicos a la libertad, la propiedad privada, la igualdad y a la seguridad jurídica. Sí me considero indignada, porque ese respeto mínimo parece que no existe, ni en las instituciones y tampoco en las relaciones sociales con otros fuera de la familia (y a veces ni en ella).  
  • Edmundo Nery: entiendo como enfado o molestia, algo indigno de merecer todo lo que acontece día a día en México. Impotencia de no poder contra el enorme poder que nos domina, el económico, la corrupción, los políticos, los traidores de los ciudadanos, empresarios.
  • Alejandro Gamaliel: Me siento indignado por ser tratado como ganado, como un instrumento de un sistema explotador de sueños y nuestra libertad intrínseca. Por haber sido bombardeado con mentiras en las noticias, en los libros de historia, en la religión.
    Me siento ofendido por haber nacido esclavo y endeudado, que la sociedad me haya querido doctrinar bajo la idea que el desarrollo económico es mi desarrollo como persona.
  • Patricia Negrete: Me siento indignada por vivir en un país tan bello, tan lleno de recursos y riqueza y que haya tanta gente viviendo en pobreza por la avaricia de unos cuantos que se han apoderado de todo y no lo sueltan.

“Indignada, ¡lo que le sigue!”, afirma Gabriela Patricia. Son cada vez más personas las que se suman a esta indignación global. Las peticiones y demandas son similares tanto como las represiones. Al momento, en que escribo  este artículo se está denunciando, vía Twitter, la tensión de presiones en la Plaza Tahir de Egipto tras 3 noches de manifestaciones y  a una semana de las primeras elecciones legislativas del país después de la caída del presidente Hosni Mubarak en febrero pasado. En los medios de comunicación se habla de 3 muertos, hay quienes informan hasta treinta. Ante esto sucesos, ¿vale la pena?, ¿qué es lo que “le sigue”?

#globalchange, #worldrevolution?

De acuerdo con Francisco Campos, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela, “una de las principales características de la llamada “red social” son: concepto de comunidad, a través de la creación de redes de usuarios que interactúan, dialogan y aportan comunicación y conocimiento; tecnología flexible y ancho de banda necesario para el intercambio de información”. Las reflexiones en los distintos espacios públicos virtuales comenzaron a encontrar un argumento común: el poder, el dinero, la realización, la política, el desarrollo… En manos de unos cuantos.

La plaza pública es ese espacio para canalizar las inconformidades. En su descripción se lee: “Es un movimiento ciudadano apartidista que busca unir la indignación presente en la sociedad frente a los abusos del sistema político y económico que tiene secuestrada a nuestra sociedad para generar una transformación a través de mecanismos no-violentos”.

Nora Rabotnikof, investigadora de la UNAM, citada en el libro ¿Qué tan público es el espacio público, menciona que “el espacio público se concibe, como lugar de gestación de una comunidad basada en el reconocimiento mutuo, emergente de la aparición visible y manifiesta de los ciudadanos, en principio accesible a todos (…) Sería así lugar de expresión de la sociedad civil pura, de sus aspiraciones, valores y propuestas; lugar de automediación de la sociedad civil con un Estado entendido como núcleo regulador en el que las distintas alternativas generadas en la sociedad puedan tener expresión”.

La movilización no es algo tampoco fortuito ni producto de la labor mediática de las redes. Warren E. Buffet en su artículo del New York Times nombrado Dejen de mimar a los ricos, escribió que “las comunidades humanas son algo más que agregados azarosos de individuos, más que selvas donde el más fuerte resulta el triunfador, más que espacios donde se intercambian mercancías. O por lo menos deberían ser algo más que eso. Porque dejadas a la ley del más poderoso, a la supuesta autorregulación de los mercados, a la inercia de las relaciones sociales, lo que aparecen son sociedades contrahechas, polarizadas, escindidas”. Tarde o temprano tendría que llegar, las redes sociales sólo fueron el eco de un hartazgo que ocuparía ese espacio público del que explora Nuria Cunill.

Sin embargo, para que tenga efecto  y realmente se le considere un desplazamiento o descentralización del poder de unos cuantos para quienes padecen esa polaridad de la vida económica y social, se tiene que traducir en acciones específicas para que sea factible o posible. Sin que eso implique deslindarse de una indignación válida. Más allá de eso, que esas acciones sean incluyentes para hacer que otros y otras participen o se movilicen. Intervenir en la vida pública desde los espacios físicos aprovechando las oportunidades que se generan para la organización en la virtualidad, sin depender totalmente de ellas.

Debemos tomar en cuenta que esos microgrupos deberán encontrar uno o varios proyectos comunes en los cuales canalizar las ideas. Implica una reflexión profunda sobre cuáles son los objetivos, el futuro, la vida social que queremos para nosotros y para compartir con los otros. Contar con eso podría hacer que el movimiento de cambio global tenga no sólo eco sino voz propia para incidir en esa transformación de la dinámica económica que permita apostar a nuevos futuros.

Agricultura de subsistencia en la Región Andina

Profesor María Andrea Uscategui

En Colombia y Bolivia se utilizan los transgénicos. En 1996, Colombia implantó un plan para poder competir internacionalmente.

Fueron pioneros en el desarrollo de capacidad, bioseguridad e investigación en la biodiversidad.

Se enfocaron en los cultivos de maíz, algodón, soya y rosas.

En el año 2000 introdujeron el clavel azul, en 2003 mejoraron el algodón, en 2007 empezaron la siembra de maíz transgénico controlado; en 2009 introdujeron la rosa azul, y en 2010 cultivaron la soya transgénica.

Un ejemplo benéfico para la mujer colombiana fue el algodón transgénico, pues gracias a él fue posible reducir los costos de producción, aumentar la calidad de vida de las mujeres recolectoras, que tenían así más tiempo para atender a sus familias.

Disminuyó el uso de herbicidas y, sobre todo, disminuyó la contratación de hombres. Esto dio más poder a las mujeres en sus comunidades.

Otro ejemplo fue el del maíz transgénico, que aumentó en 30 por ciento el rendimiento de sus cosechas.

La biotecnología es un sector prioritario para el Gobierno 2010-2014.

El hambre es la mayor vergüenza de la humanidad

Federico Mayor

Mueren 60,000 personas por día, 35,000 son niños entre 1-5 años.

Nos encontramos ante el olvido del mundo; seguramente piensan que no pueden hacer nada al respecto.

Se gastan cuatro mil millones diarios en armamento. Tan solo China gastará 110,000 millones de dólares en 2011. Existe una inercia de asegurarse la seguridad bélica ante conflictos que puedan desarrollarse por situaciones de desigualdad que se viven en el mundo.

Ya no se puede seguir tolerando que la gente viva así. En el año 2009 debido al aumento en el precio de los alimentos se incrementó el número de personas con desnutrición y/o malnutrición a mil millones de personas de una cifra de 860 millones.

El sisitema de Mercado nos ha llevado por un camino que hace que cada vez más personas se sumen a las estadísticas mundiales del hambre.

Dentro de los objetivos del milenio contra la pobreza extrema y el hambre se estipulaba que para el año 2015 se reduciría el hambre a la mitad. La cifra no solo ha bajado sino se agrava cada vez más con incrementos mayores debido en parte a la crisis y a la falta de voluntad de los gobiernos.

Se tiene que replantear los objetivos del milenio para que nunca más 1/6 ó 1/7 de la población vivan en esas condiciones.

Tenemos que aumentar la calidad de vida de las personas; mejorando la alimentación, los servicios de salud, el medio ambiente, y el aumento en la producción agrícola.

Hay que facilitar la agricultura local, favorecer las nuevas tecnologías de riego pues el 72% del agua se consume para la agricultura.

El gran desafío es sin duda la aquacultura pues la superficie del mar representa el 70% de todo el planeta.

La biotecnología presenta una solución para mejorar la productividad, la resistencia contra plagas, y la disminución y/o eliminación de plagicidas.

El mundo llega a los 7,000,000,000 de personas. Es cierto que hay una disminución en la natalidad pero por otro lado hay un menor índice de mortandad y la longevidad de las personas ha aumentado.

Existe un déficit en la alimentación y por otro lado un exceso en los países industrializados que crean las patologías de la sobre alimentación.

La píramide poblacional incluye cada vez más gente de mayor edad por lo que representa una carga significativa a los modelos sociales actuales de bienestar.

Se tiene que asegurar que las cosechas sean de calidad y que la seguridad alimentaria sea prioritaria para proteger la salud de las personas.

La comunidad científica está preocupada por la pobreza y el hambre.

La Fundación Areces busca favorecer que el conocimiento se difunda por entidades públicas y privadas en colaboración con el Ministerio de Ciencia.

La Mexicanización de Norteamérica

José Leal

 

“… pero al que no tenga nada, se le quitará aun lo poquito que tenga.”

Marcos 4;24.

Cuando en 1994 se inauguró el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, México parecía estar cumpliendo un destino manifiesto. El hijo pródigo de la gran hegemonía estadounidense que -por fin- habría madurado política, social y económicamente lo suficiente para formar parte del sistema interestatal de comercio más grande del mundo. El TLC representaba entonces la plena inserción de Mexico en la geocultura del capitalismo globalizado; los motores del desarrollo social serían: apertura comercial, desregulación y privatización de grandes sectores de la economía. El combate focalizado a la pobreza y la intensificación de los programas sociales garantizarían la inclusión de los sectores más rezagados de la población: el plan parecía infalible.

Hoy, a poco más de quince años, algo parece estar saliendo mal: desarrollo asimétrico con enormes zonas de exclusión social; crecimiento descontrolado de pobreza,  informalidad y precariedad laboral. En este breve período, Mexico se ha convertido en fuente ingobernable de pobreza extrema y violencia social. La utopía neoliberal que preconizaba un sitio de privilegio para ciudades como Tijuana, Juarez o Monterrey en la cosmópolis de la Posmodernidad, abre paso a una pesadilla medieval materializada en miseria, anarquía delincuencial y carnicería humana. Mientras, un Estado achicado y fiscalmente exhausto, incapaz de mantener la calidad de programas sociales básicos como salud o educación ni la funcionalidad de sus propias estructuras policiacas y judiciales, moviliza a las Fuerzas Armadas bajo el patrocinio del omnipresente plan Merida.

El fracaso del proyecto neoliberal mexicano no es la consecuencia de un complot ni de un mal proyecto, sino de una multitud de causas históricas cuya discusión parece ociosa frente a la necesidad de reconstruir velozmente el apabullado pacto social, y crear uno más humano e incluyente. Por ello resulta inexplicable la pasividad del poder Legislativo que contempla al país en llamas y no hace lo necesario para detener el imperio de corrupción, mafias, monopolios y poderes factuales o el desastre educativo nacional o los alarmantes déficits fiscal y judicial (98% de impunidad), mucho menos la vergonzosa pobreza que amenaza con eternizarse en nuestro país y extenderse hacia el Norte.

Asistimos a la mexicanización de Norteamérica, diría quizá Ulrich Beck, que desde 1999 pronosticaba en su “Nuevo mundo feliz” la devastación de los mercados laborales de Occidente y la globalización de la desigualdad social. Este proceso, según explica el notable sociólogo alemán, es consecuencia natural del triunfo de la automatización y las telecomunicaciones en favor de la productividad. Irónicamente, ese capitalismo multinacional altamente tecnificado, el mismo que se encargaría de exportar el pleno empleo a los países en desarrollo, de pronto se encuentra reimportando el subdesarrollo -desde el tercer Mundo- a sus naciones de origen en la forma de migración ilegal masiva y precariedad laboral. Así se explican las persistentes tasas de desempleo que se observan hoy en México, los Estados Unidos y tantos otros países, no como consecuencia de las crisis económicas coyunturales, sino de ese proceso de automatización que desde los años 70 viene revolucionando los sistemas de generación de la riqueza. Según parece, el nuevo capitalismo informacional está logrando prescindir efectivamente de grandes plantillas laborales por todo el mundo e incrementando al mismo tiempo la productividad; un riesgo laboral materializado no por causa del supuesto fracaso del capitalismo, sino debido a su triunfo avasallaste.

Analizar la pobreza en Mexico fuera del contexto multinacional es como estudiar un planeta sin saber nada de la estrella entorno a la que gira. En la relación bilateral persisten inmensas distorsiones jurídicas que son causa, a su vez, de gigantescas distorsiones económicas y sociales. Las prohibiciones impuestas por los Estados Unidos contra el cruce fronterizo de la mano de obra mexicana y contra las drogas operan en concomitancia eternizando, la primera, un abismo social internacional que se manifiesta en incesante migración laboral y, la segunda, la militarización indefinida de esta periferia estratégica que no termina de comprender su papel en el nuevo esquema de distribución internacional del trabajo.

El complejo y prolongado declive de los Estados Unidos como hegemonía mundial, junto con su ingenuo proteccionismo cultural y laboral (que desde el inicio del TLC soñó con fronteras abiertas a bienes y capitales, pero convenientemente cerradas a la mano de obra mexicana), hoy se topa con la realidad insoslayable de una frontera porosa, corruptible e imposible de sellar. Internamente, Washington contempla tazas de desempleo abrumadoras provocadas por el reciente ciclo inflación-recesión y su saldo asombro: 46 millones de norteamericanos viviendo por debajo de la línea de pobreza, la cifra más alta en 52 años. En  México, por ejemplo, hay 52 millones de pobres (coneval.com).

Burbuja financiera, burbuja punto-com, burbuja inmobiliaria, burbuja de las nuevas tecnologías de la imagen en movimiento. Una tras otra revientan y reconcentran capitales, arrojan enormes saldos de pobreza en ambos lados de la frontera y debilitan los Estados. Pero las burbujas que aun se aprestan a estallar prometen estruendos aun mayores: burbuja fiscal, burbuja de recursos naturales (energía, alimento, agua).

La falacia neoliberal del Estado mínimo y mercados internacionales “libres” pero convenientemente cerrados a la competencia laboral mexicana, se desmorona; la realidad irrumpe con nefastas manifestaciones: pobreza, informalidad laboral, mercados negros de todo, desde drogas y armas, hasta personas y sus órganos. En lo social, poco a poco se legitima un apartheid de facto: adentro, clases medias y altas urbanas enfrascadas en feroz competencia económica; al otro lado de la raya comunidades rurales desplazadas, familias atrapadas en guetos de miseria, madres solteras, niños y ancianos de la calle, miles y miles de migrantes atiborrando los vagones del tren y las fosas clandestinas. Millones de personas sin oportunidad alguna en los vertiginosos procesos de la nueva economía informacional y, por ello situados en un total afuera social. De un modelo de “desarrollo” así es razonable esperar grandes cuotas de violencia.

La alternativa a la militarización indefinida y los otros escenarios indeseables permanece tan simple como inalcanzable: drásticas reformas fiscal, judicial, educativa y, sobre todo, el establecimiento de un Estado de Bienestar Sustentable que amortigüe el daño socioambiental causado por el desarrollismo tradicional, e impulse inversiones masivas en energías renovables, tecnología  y servicios culturales de alto valor agregado, como el turismo ecológico y la educación; la renovación del keynesianismo sustentable es posiblemente la única forma de asegurar la generación de suficientes empleos social y ambientalmente responsables, como principal medida para retener a las poblaciones migrantes en sus lugares de origen.

La nueva tendencia mundial hacia la indignación social llegará tarde o temprano a México y, junto con las elecciones del 2012, encontrará espacios civiles militarizados -acaso preventivamente- en apuntalamiento de un modelo de desarrollo que se resiste a morir. La relación causa-efecto que la pobreza tiene sobre la violencia social es tan real como el Sol, pero hemos decidido ignorarla demasiado tiempo.

La cultura de la pobreza, el método Lewis

Gabriel Contreras

En 1959 se publica por primera vez un estudio que llega a convertirse en un infaltable de las ciencias sociales. Hablamos de “Antropología de la pobreza”, del norteamericano Oscar Lewis.

Es un libro que resulta revelador ya que, por principio de cuentas, viene a enfrentar mucho de las patrañas que solían revestir las concepciones populares de “la pobreza” y su contexto mexicano.

“Antropología de la pobreza” fue escrito originalmente en ingles, y su primera edición en español se da a conocer hasta 1961, de manera que los lectores vendríamos a conocer este libro solo indirectamente por vía de una traducción “extraña”, ya que esa versión se basa en los apuntes y grabaciones de campo del mismo Lewis, no en un texto propiamente dicho.

Este estudio de Oscar Lewis goza de un desarrollo minucioso, un planteamiento interesante y, sobre todo, una lección en materia de método. De esto último es que queremos hablar un momento.

Para realizar esta visión, Oscar Lewis cuenta con un plan de trabajo que le costaría 15 anos de seguimiento, numerosas visitas, innumerables entrevistas, la aplicación de diversas encuestas y pruebas clínicas, además de la asesoría de un grupo privilegiado de especialistas.

Así, Lewis, en “Antropología de la pobreza” opera no solo como se lo indica su profesión especifica, sino que incurre también en un panorama de carácter sociológico, psicoanalítico, comunicacional e incluso literario. Lewis refleja, sin que su libro tenga una forma académica, aspectos muy diversos de la “cultura de la pobreza”, aplicables a muchas latitudes y grupos, pero también nos ofrece una perspectiva histórica, a través de la cual se puede observar, como una silueta, la estampa de un México que se urbaniza, se moderniza, se reorganiza, se expande a través de una sociedad que, al mismo tiempo, estaba siendo retratada por Ismael Rodríguez y Luis Bunuel. El de Lewis es el México urbano, el de los migrantes, el de “nosotros los pobres”, ese país era puesto en páginas por un testigo profesional, que contaba -por cierto- con la ventaja de ser científico y, al mismo tiempo, extranjero.

Pero, ¿cómo opera el método de Oscar Lewis? ¿Cuál es la formula interdisciplinaria que pone en juego, fortaleciendo tanto sus incursiones de campo? Lewis lo explica en forma elemental y sencilla, en un par de páginas realmente memorables. Veamos.

Oscar Lewis recorta su objeto de investigación, y lo establece en la familia mexicana. Así, para representar a la “familia mexicana” recurre al seguimiento de cinco familias “comunes y corrientes”, que habitan en poblaciones urbanas cercanas a la Ciudad de México, y que han sido afectadas de alguna manera por los asuntos de la “vida moderna”, por ejemplo problemas relativos a la vida campesina, la migración a la ciudad, además de los nuevos problemas de la “vida moderna”.

Para Lewis, México entero, en ese momento, se concentra en cinco familias, y a esa muestra le dedicaría un largo y profunda atención. Lewis vivió prácticamente con esas familias por anos, en visitas que duraban meses y meses, que aprovechaba para aplicar diversos enfoques, exámenes y pruebas, además de entrevistas a profundidad.

El investigador se compromete con una observación participante, y complemento sus anotaciones y grabaciones de audio con una observación de corte psicoanalítico, para la cual recibe la asesoría de gente como Miguel León Portilla y Jose Perres.

Cubierta ya el área de las entrevistas a profundidad, con un enfoque antropológico-histórico-psicoanalítico, Oscar Lewis complemento el asunto de la “familia mexicana” como objeto, con la conformación de otro artificio, que le permitió ejemplificar y, a la vez, generalizar su visión de manera plena. Oscar Lewis decidió contar Un día en la vida de cada familia. No un mes, ni un año, ni una temporada, solo un día cualquiera. Y el objetivo de esto fue radicalizar, precisamente, la claridad de su registro. De este modo, el estudio de Lewis consiste en “Un día en la vida de cinco familias mexicanas”. El artificio metodológico se completa poco a poco.

El primer recurso técnico que aplica Lewis sorprendentemente es… aborda a la familia como si fuera una comunidad entera, una sociedad en sí misma. Así como otros antropólogos abordan una tribu, el aborda a cada familia.

El segundo recurso a observar es lo que él llama el estilo Rashomon, que consiste en procurar ubicarse en distintos puntos de vista para observar cada crisis o fenómeno social.

El tercer aspecto que Lewis valora altamente en su abordaje es, precisamente, el factor crisis, a través del cual engloba algunas de sus observaciones grupales.

Y por último, cuarto punto, ahí esta la cuestión del día como unidad narrativa, procurando que este sea un día común y corriente, sin grandes alteraciones que lo conviertan en algo especial o excepcional.

De este modo, uniendo estos cuatro preceptos metodológicos a la aplicación de diversos test proyectivos, e incluso de inteligencia, el antropólogo norteamericano consigue crear el que, hasta hoy es tal vez el mejor retrato de la “clase popular” afectada por la construcción de la gran urbe en México. Su aporte fundamental, además del resultado en sí mismo, es una cuestión de método que hoy, sin duda, podría ser altamente apreciada por los seguidores de la metodología cualitativa.

 

Yo quiero ser presidente

Indira Kempis

No he conocido a alguien valiente capaz de levantar la mano. Ni siquiera en los sueños de los niños como en aquella canción original de Miguel Mateos, “¿qué vas a ser cuando seas grande?” He hecho esta pregunta en algunas zonas de mayor conflicto y violencia del norte del país, la respuesta no dista mucho del narcotráfico y no es alentadora. Pocos son los que quisieran estudiar una carrera y menos aquellos que pudieran dirigir su imaginación de residir en Los Pinos. Continue reading Yo quiero ser presidente

Perfil de mi candidato a presidente de México

Cinthya Araiza

“La historia recompensa a los presidentes que toman riesgos” (Ten Ways to Judge a President, July 22, 2009, in
Knowledge@Wharton)

Es verdad que no existe un manual para ser el candidato ideal a la presidencia de ningún país ni mucho menos alguien lo suficientemente perfecto para gobernar una democracia, sin embargo, es más que evidente que un país requiere del bienestar común para progresar y encaminarse a un mejor futuro, afortunadamente, sí existen líderes con ética y conciencia, capaces de comprender esto. Sabemos que como obligación, los mexicanos debemos elegir a nuestro líder y representante de manera directa. Nuestro líder, tiene como obligaciones y facultades el promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, además de tomar las decisiones que le confiere expresamente la Constitución, siempre buscando el bien común. Como ciudadanos, exigimos que dicho representante, tenga capacidad de diálogo con otros actores sociales además de crear mecanismos de interlocución y comunicación con sus gobernados, ya que a ellos van dirigidas las políticas públicas y debe entrar en contacto con ellos para rendir cuentas. Continue reading Perfil de mi candidato a presidente de México