Los retos de la Globalización ante la pobreza: un mal social histórico

Cinthya Araiza

Fue Adam Smith quien dijera por primera vez que  “las riquezas de la metrópoli rebosarían y se derramarían a las colonias” haciendo referencia al origen de la globalización, el comercio exterior. Smith idealizaba y creía en la necesidad del comercio exterior para impulsar la expansión industrial, esto, según él, se lograría a costa de los excedentes agrícolas. Sin embargo, jamás se imaginó que los orígenes y objetivos tanto políticos como económicos de unos cuantos, truncarían su utópica creencia. En el debate clásico de principios de nuestra época, la conceptualización del imperialismo quedó estrechamente ligada al tema de globalización, el gran debate sobre si el imperialismo es mera política ó sólo una fase del sistema capitalista; la internacionalización de la economía como proceso neoliberal ó una simple reacción al reacomodo del sistema internacional.

Hablar de globalización es hablar de un proceso asimétrico, en el que se generan los altos niveles de desigualdad debido a la existente brecha entre los ricos y los pobres, cada vez más ancha. No es nada nuevo escuchar que sólo una pequeña porción de la población mundial- y de algunos países- son privilegiados y gozan de una verdadera calidad de vida, cuentan con lo necesario para vivir, y no para sobrevivir. Los menos afortunados, mejor conocidos como los menos desarrollados, la periferia, los sub, quedan severamente expuestos a los riesgos de la misma globalización recibiendo menos beneficios ó sólo lo peor de ella. La globalización, fenómeno de dos caras, también ha generado beneficios a nivel mundial, sólo que la mayor parte de dichos beneficios se encuentra concentrada en los países más ricos y en unos cuantos países en desarrollo. Hoy, cerca de tres mil millones de seres humanos (la mitad de la población mundial aproximadamente) sobreviven con un ingreso promedio de 2 dólares diarios y viven en condiciones precarias sin los más mínimos servicios públicos. Además, el crecimiento económico y la relocalización de los procesos productivos alrededor del mundo también han agravado los problemas de contaminación ambiental. Si bien la globalización no creó estos problemas, pues tampoco ha contribuido a reducirlos.

La pobreza como campo de circunstancias, es sin lugar a dudas el resultado del conjunto de acciones negativas producto de situaciones del pasado, que resultan en la situación actual. En realidad es carecer de lo necesario para vivir lo cual no permite satisfacer las necesidades más básicas. La razón por la que exista la pobreza no es una, hay miles y muy complejas. Lo mismo pasa con el término globalización, no existe una definición etimológica exacta hay miles y también complejas; sin embargo, se deduce fácilmente que en efecto, globalización, globalizar, globalizado, y demás derivados, provienen de “global” ó más bien “tomado en conjunto”, ó mejor dicho, lo que abarca todo, por lo que la pobreza no es producto del fenómeno en sí, sino de todas las implicaciones políticas, económicas, socioculturales, de medio ambiente que han ido surgiendo con los cambios, con la polarización de las clases, con el surgimiento de nuevos actores en el escenario internacional.

Si bien es verdad que la pobreza no es un problema actual, ha existido siempre. Claro está que en algunos lugares peor que en otros, sin embargo y a pesar de ser un mal social, es combatible y se puede superar. Hablar del pasado, es hablar del origen.

Muchos pudieran ser los orígenes de la pobreza; las guerras nacionales, locales y sobre todo las guerras mundiales han traído consigo consecuencias devastadoras, una desorganización mundial, una polarización que difícilmente pudo ser solucionada; aunado a esto, se encuentran las diversas crisis económicas que a escala global golpearon a los países más pobres con una fuerza tal, que fenómenos como la corrupción dentro de los gobiernos y la creación de colonias provocaron graves problemas sociales, ejemplo de esto fue la esclavitud y las dictaduras.

En las últimas décadas, el triunfo del sistema neoliberal junto con el libre comercio, generó un cambio radical en la reorganización mundial. Se borraron fronteras y se llegó a una regionalización casi imposible de creer, tanto que muchos escépticos –globalifóbicos- criticaron a dicho fenómeno denominado globalización por ser favorable para la prosperidad económica pero un monstruo que ataca a la sociedad sin piedad.  El debate comienza cuando se cuestiona la efectividad de organismos internacionales, producto del sistema global actual; tal vez la OMC, FMI, ONU, etc. no han sabido manifestar suficiente conciencia para afrontar los problemas sociales globales como la pobreza con el mismo interés que con los financieros. Las crisis es sin lugar a duda producto de la liberalización del capital, que a mediano y corto plazo, han provocado graves crisis en países como México y Argentina, regiones como el sudeste asiático, etc. por lo que se ha generado un ambiente internacional frío y hostil, sin tener éxito en las relaciones diplomáticas de las zonas más afectadas.

Los globalifóbicos creen firmemente que el fenómeno de la globalización ó mundialización no es más que la causa de todo mal social, como lo es la reducción de los salarios y la falta de empleos a escalas globales. Sin embargo, y a pesar de que el crecimiento económico sea una necesidad para todo país y su bienestar, éste no tendrá exitoso sin la vigilancia de un Estado de Derecho y el combate a la corrupción, una batalla de dentro hacia fuera para combatir a la pobreza; lucha que debe ser emprendida no solo por actores globales, sino por actores tradicionales (el Estado, la sociedad, empresas competitivas) sobre todo en países menos desarrollados en donde los pobres abundan. La toma de decisiones de los agentes económicos deben coincidir con una visión congruente y a largo plazo en donde el sistema fiscal juegue un rol fundamental al brindar al mismo Estado los recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de una población.

La competitividad es característica básica de toda economía en un mundo globalizado, en donde el combate a la desigualdad y la desvalorización del ser humano son los retos principales para una estabilidad global tanto económica como social, para un futuro sostenible y eficiente en donde la pobreza deje de ser un mal de para comunidad internacional y se convierta en  algo histórico, un suceso que lejos de haber sido eliminado, sea esquivado, al menos por la mayoría de los Estados miembros de este sistema internacional. El darle a la globalización una cara humana, es darle oportunidad a la solidaridad y subsidiaridad a un mundo más globalizado, pero mejor; después de todo, es el individuo, el ser humano el fin último del desarrollo económico.

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