Gabriel Todd
Nací en 1963. Para alguien de mi generación es especialmente sorprendente el avance de la tecnología, el salto cuántico en la comunicación y la ansiedad de estar “conectado”. Las redes sociales del internet son un fenómeno complejo e interesante que me está tomando más tiempo de lo normal entender, conectarme y desconectarme. Sin duda las redes pueden ser adictivas pues me he sorprendido a mi mismo navegando a la 1 am. Pero tengo amistades de infancia que simplemente no necesitan de una cuenta de correo en su vida para existir y ser exitosos y no entienden el uso de las redes más allá de una “plataforma para vender algo”. Aseguran de que se trata simplemente de una forma sofisticada y hasta peligrosa de entretenimiento y ocio. “Prefiero perder mi tiempo jugando domino, trabajar horas extra o ver la televisión que compartir mis traumas e ideales con desconocidos”.
El psicólogo Ignasi Campillos, experto en redes sociales, considera «excesivo» sobrepasar una hora de conexión porque se pierden horas de sueño y de actividad física, y fomenta el aislamiento. Campillos llega a la conclusión de que las redes sociales «degradan el concepto de amistad y cuanto más tiempo se dedica a la red social virtual más mengua el dedicado a la red social real».
Estoy de acuerdo con el psicólogo pero yo si he conocido gente relevante por estas redes con las cuales interactuó profesional y socialmente, he podido rencontrar amistades perdidas y me agrada tener una red de posibles mentes y corazones que comparten mis ideales ciudadanos . Lo que me resulta preocupante es que he pasado por momentos de ansiedad al no estar “conectado”, sobre todo después de largos periodos conectado resolviendo aspectos laborales y sociales simultáneamente al ritmo de un mini teclado que lo contiene todo, teléfono celular, las redes facebook, twitter , messenger Hotmail, etc., que me provoca entrar en una hipnosis de comunicación, un ping pong de letras disparadas a gran velocidad que más fácil se pudo resolver con una breve y tranquila llamada de telefónica.
«Se produce un trastorno de la impulsividad», dice Sofía Tomás Dols, directora de un estudio de Drogodependencia, quien advierte de los peligros de pasarse un día inmerso en un mundo virtual: «Se va perdiendo interés por todo lo demás a medida que aumenta la necesidad de seguir enganchado hasta altas horas de la noche. Las entradas serán cada vez más frecuentes y su concentración será cada vez menor».
Las redes pues tienen significado distinto y su uso excesivo, como cualquier cosa en exceso, producirá desequilibrios. Me llama la atención la variedad de motivos que escucho para estar conectado en redes sociales, que van desde la curiosidad, ocio, búsqueda de relaciones personales y de negocio o entretenimiento hasta una probable necesidad inconsciente de encontrarse a uno mismo descubriendo mas de los demás. En cualquier caso como muchos otros aspectos de la vida lo relevante será cuidar a los adolescentes para que el uso del internet y sus redes queden en limites que les permitan estar conectados en su realidad física mas que en la virtual porque los más vulnerables a consecuencias de un uso excesivo, son «todos aquellos cerebros que todavía están en desarrollo». Y, entre estos, los más tímidos, los más inmaduros y aquellos que tienen la autoestima más baja. Afirma la psicóloga. Y en caso de desarrollar adicción, cada día dice hará falta un poco más, una dosis mayor. Y esto, delante de la computadora, al margen de los trastornos psicológicos, acarrea una vida sedentaria, hábitos poco saludables. En los casos extremos se puede experimentar, incluso, el síndrome de abstinencia cuando, por el motivo que sea, el usuario se ve privado de su mundo virtual.
Sofía Tomás considera que es «muy fácil» detectar que el niño tiene un comportamiento «rarito». El peligro es no estar en alerta. «Los padres sobrevaloran a sus hijos y es muy común pensar aquello de que a mi hijo eso no le va a pasar». La solución pasa por hablar con los psicólogos del colegio y crearles alternativas más atractivas.
Por su parte Mariano Chóliz, profesor de la facultad de Psicología, ve un error hablar de nuevas tecnologías a unos jóvenes que han nacido con ellas y que les fascinan.
Peligrosas para unos, indispensables para otros las redes llegaron y están evolucionando nuestra forma de comunicarnos e interactuar en este mundo. Sera la educación, el sano desarrollo emocional, el sentido común y la responsabilidad de cada persona o padre de familia lo que evite el vicio de la conexión con “el mundo” que te desconecta de “tu mundo”.