Las redes sociales: ¿para entretenernos o entretejernos?

Indira Kempis

La información aparece como quien llega puntual a una cita. Ahí, puedes encontrar hasta lo inimaginable. Hay quienes abren las puertas de su mente, de su vida familiar, de la cotidianidad o de los problemas. A veces, parecen como eternas conversaciones de respuestas inmediatas e infinitas, posibilidades de ser como un Big Brother que puede estar al tanto de casi todo. Y, tal parece, que la denominada sociedad del conocimiento no se concibe sin las redes sociales.

De acuerdo con Francisco Campos Freire, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela, las principales características de la llamada “red social”, son: concepto de comunidad, a través de la creación de redes de usuarios que interactúan, dialogan y aportan comunicación y conocimiento; tecnología flexible y ancho de banda necesario para el intercambio de información y estándares web de aplicación libre; y una arquitectura modular que favorece la creación de aplicaciones complejas de forma más rápida, a un menor coste.

Mientras en la web 1.0 los usuarios eran meros receptores de servicios, en la web 2.0 producen contenidos (blogosfera), participan del valor (intercambio) y colaboran en el desarrollo de la tecnología. El proceso de comunicación genera, en definitiva, un flujo activo de participación son: concepto de comunidad, a través de la creación de redes de usuarios que interactúan, dialogan y aportan comunicación y conocimiento; tecnología flexible y ancho de banda necesario para el intercambio de información.

 

  1. I. ¿A dónde vamos?

México tiene cerca de 30.8 millones de usuarios con acceso a Internet, de acuerdo con  la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI). Según  un estudio realizado por la empresa Mente Digital el número de usuarios de Twitter, registrados en México asciende a 4 millones 103 mil 200 cuentas, mientras que tiene  al menos 65.65% de los mexicanos tiene una cuenta en Facebook. La numerología en este campo crece a pasos agigantados entre estas dos redes que se catalogan como las más populares.

El contexto digital nos muestra las tendencias de una sociedad que pese a las limitaciones en infraestructura, inclusión y habilidades tecnológicas de los usuarios,  se aproxima a nuevas formas de comunicación entre los individuos que generan formas de organización social diferentes y tienen un impacto directo en la relación de la ciudadanía con sus problemas sociales, tanto como la incidencia en la solución de los mismos.

Eso está directamente relacionado con las recientes características de la tecnología que avanza a pasos agigantados ha desarrollado nuevas herramientas en las que el video, el sonido, la imagen, la señal de televisión, el chat, los mapas, entre otros elementos, han fortalecido la capacidad de un individuo no sólo de crear la información e intercambiarla al instante, sino de que lo pueda hacer con otros que están en otra ubicación geográfica distinta y, por tanto, tener un panorama global de sus diferentes realidades en las diversas latitudes del mundo.

En ese sentido se han fortalecido algunos conceptos relacionados como la libertad de expresion, libertad de asociación, la capacidad de construcción y diseminación de información, la capacidad de retar a lo oficial y la habilidad para generar una identidad sin relacionarse al concepto de estado-nación.

Eso implica, de acuerdo con el pensador de la era de la información, Manuel Castells, la representación política y la toma de decisiones encontrará una relación con estas nuevas fuentes de información de una ciudadanía participativa y crearán una nueva forma de sociedad civil. De ahí que estas redes sociales se hayan convertido en una herramienta que fortalece las conexiones de la ciudadanía, la misma a la que los medios de comunicación tradicionales, en un momento dado, dejaron de ser el reflector más importante de lo que se gestaba dentro de ella. A esa ciudadanía a la que muy poco o casi nada se le toma en cuenta en las decisiones públicas. Ahí, donde existen emociones y pensamientos que necesitan ser expresados. Ese espacio de interacción en donde la organización social emerge como apropiación de lo que es público, que además se puede comparar todo el tiempo con otras sociedades.

 

  1. II. ¿Estamos conectados?

La historia de estos medios en México, se pueden entender con la aparición Indimedia, cuya su función era informar movimientos que estuvieron en boga en esa década en los que se incluye el movimiento zapatista y otros. En el escenario internacional, el modelo de la Wikipedia, donde un puñado de expertos es parte de la inteligencia colectiva que produce esa información, deriva en la construcción de conocimiento compartido, actualizado y perfectible en la inmediatez y velocidad que la red permite.

Entendiendo a la información como no como un fin sino como un proceso de constante producción que generan ciudadanos en un flujo de información tan inmediato que han generado, al menos, agendas públicas de mínimo acuerdo. Las redes, con menor cantidad de información especializada –aunque cada vez hay auge de cuentas con temas específicos- en menor tiempo de respuesta permite que los usuarios entren en ese proceso de producción.

De acuerdo con la investigadora Nuria Cunnill,  la posibilidad de alterar la institucionalidad pública surge además asociada a la demanda que se gesta en la sociedad en términos ya no sólo de autorganización política, sino social. La esfera pública resulta en este caso movilizada hacia la conquista de poderes sociales y, específicamente, hacia la reivindicación de espacios autónomos en torno a la configuración de la vida social.

Entonces, ese espacio de interacción le abre la puerta a la creatividad del lenguaje para ser utilizado como canales alternativos. De ahí que gran parte de la información sea generada por individuos que se convierten en creadores o compiladores de ésta, al serlo, van “tejiendo” esos nodos de información alternativa que se convierte en el caldo de cultivo casi perfecto para la propagación o difusión de esa autorganización. La conexión se asume cuando los usuarios se contactan con el otro a través de sus cuentas.

La forma en cómo se produce ese contenido en la red es sustancial a los del siglo XX donde las características de esa producción eran: unidireccional, jerárquica y difusión de acciones del Estado y sus patrocinadores. Sin embargo, actualmente, la explosión y exposición proviene de autores desconocidos diversos, quienes retan el monopolio, se oponen a las convenciones de los medios tradicionales o la opinión generalizada.

Una vez que el usuario se da cuenta que puede definir un rumbo social a partir de esa coproducción de información para al mismo tiempo gestar su autorganización para las microagendas del mínimo acuerdo la por medio de retroalimentación constante, que además es casi instantánea, es entonces cuando puede apreciar la gama de posibilidades para romper de alguna otra forma con lo que concibe como establecido, estático y monólogos.

Por estas razones, no es fortuito que casos de revuelta social como los que se han presentado en Egipto, Libia o España estén directamente vinculados con estas redes sociales que han conectado a centenares con objetivos comunes. Tampoco que estén relacionados con la juventud porque es ésta la más involucrada en esa nueva sociedad civil a la que Castells hace referencia.

  1. III. ¿La revolución será tuiteada?

Si bien es cierto que las redes sociales son parte importante de una fenomenología que tiene que ver con esa ruptura de las estructuras, las convenciones y la monotonía que han provocado otros espacios de comunicación. También es que son un “arma de doble filo”.

Zygmunt Bauman afirma en su crítica a la sociedad posmoderna en su libro Tiempos Líquidos que una vez que la sociedad se ve y se trata como una red, en vez de como una estructura (menos aún como una “totalidad solida”): Se percibe y se trata como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de un número esencialmente infinito de permutaciones posibles que no dejan lugar o espacio para las relaciones humanas ni el compromiso que requiere una sociedad tan compleja y problematizada como a la que nos enfrentamos hoy.

Siguiendo con la profundidad de esta reflexión, se debe entender que no sólo se necesita esa disponibilidad para crear conexiones, sino de ir más allá para que lo virtual traspase sus propias fronteras de accesibilidad (por ejemplo, no todos tienen acceso a Internet o formación en habilidades computacionales) y forjen relaciones que en las sociedades permitan cambios tangibles que no se reduzcan a los escasos 140 caracteres o algunos párrafos en donde el mundo de lo digital  te limita a su lenguaje binario: síntesis y velocidad.

Tomar la iniciativa de generar esta organización para la rebeldía, la ruptura de los imaginarios, la apropiación de los espacios, la publicación de todo aquello que debe aclarase o saberse, la indignación que permea las emociones ante lo que puede asumirse como causas comunes, depende más de una sociedad dispuesta que de las herramientas que utilice, aunque, por supuesto, las redes sociales han venido a potencializar la capacidad de la sociedad civil para hacer visible lo que para muchos es todavía invisible.

Instalados en esa dicotomía, vivimos en sociedad en donde mientras por un lado se conecta, por otro se deja de relacionar. Mientras por un lado genera información presentada de manera novedosa, accesible e intercambiable, por otro siguen existiendo millones de habitantes que ni siquiera saben leer y escribir. Por un lado, hay cada día más ciudadanos involucrados en la vida pública de sus ciudades, pero también cada día menos comprometidos con la misma intensidad con la que intervienen en los procesos de producción de información. De ahí, la complejidad del tema, pero también lo interesante y el reto continúo de hacer que la información vaya más de un like, un hashtag u otros placebos virtuales.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *