#otranarrativa: La organización social para combatir la desigualdad (En 4 escenas y un… ¿Final?)

Indira Kempis

Escena 1

Es sábado por la madrugada. El silencio cabe en los bolsillos rotos porque la noche no alcanza para las letras. Algo interrumpe mi insomnio. Son tweets que transitan por este espacio público virtual, ¿estoy leyendo bien? El título lo dice y mis pupilas saltan sobre cada letra del texto: suicidios ráramuris por hambruna. Un trago al té para comenzar a buscar en Internet.

Sin información que pueda confirmarse a esas horas, quisiera dormir, pero no dejo de preguntarme cuál es el propósito del video, ¿qué necesidad tendría alguien de hacer tales afirmaciones? Regreso a Google para descubrir que hay notas que se expresan de la Tarahumara como uno de los mejores lugares turísticos de nuestro país para visitar, pero también que es el reflejo del abandono del Estado con indígenas que ni siquiera aparecen en las estadísticas. Continue reading #otranarrativa: La organización social para combatir la desigualdad (En 4 escenas y un… ¿Final?)

Algo se pudre en Dinamarca

Gabriel Contreras

Dinero rápido, muerte lenta

Cuando amanecía el Siglo XXI, muchos fuimos los que nos tomamos el tiempo para dar el grito de alarma. Nos sonaba a materia de escándalo, por ejemplo, el alegato de Viviane Forrester en relación con el neoliberalismo tal y como lo expresaba en su libro Una extraña dictadura.

Antes, la misma periodista francesa había asentado un tremendo golpe editorial a través de El horror económico, poniendo sobre la mesa un paisaje terrible, monstruoso y al mismo tiempo, al parecer, imparable.

En sus dos libros, ambos carentes de lo que suelen llamarse datos duros, o sea faltos de barras, quesos, comparativos y en general datos estadísticos, Forrester, aunque heterodoxa, ejerce una observación panorámica del funcionamiento de la economía global tal y como se apunta al arranque del Siglo XXI. Continue reading Algo se pudre en Dinamarca

La desigualdad, prima hermana de la pobreza.

Rodrigo Soto

No hace falta ser un genio para darse cuenta de la desigualdad en que vivimos, no solamente en el país, sino en el mundo. Desde que tomamos conciencia de nuestra existencia, así como de nuestras necesidades para la supervivencia, pudimos entonces extrapolar lo que nuestros semejantes requieren, también para sobrevivir, con el objetivo de crear igualdad entre todos los seres humanos y acercarnos a lo que podría semejarse a una Utopía. Pero los recientes estudios económicos y sociales, nos muestran que más que lograr crear una Utopía nos hemos acercado a una Distopía, como lo dice el Foro Económico Mundial en su reporte 2012 de riesgos globales, o antiutopia, que es “es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal”, según nos dice Wikipedia. Continue reading La desigualdad, prima hermana de la pobreza.

Desigualdad: ¿Interdependencia o Dependencia?

Cinthya Araiza

La riqueza de los tres hombres más ricos del mundo es mayor que el PIB combinado  de todos los países menos desarrollados y sus 600 millones de personas (Held, 2003).

La globalización, responsable de nuevos retos y oportunidades para la humanidad. Para muchos un mal social, para otros una oportunidad de progreso. Es verdad que este fenómeno global, es responsable de que el comercio mundial hoy por hoy, se haya multiplicado por 5 desde 1980. Sin embargo, los costes de esta se traducen meramente en una dicotomía de modelos de bases económicas: el modelo de la interdependencia, modelo neoliberal que privilegia las relaciones de cooperación y la ideología de comunidad de intereses, que ignora completamente la dimensión conflictiva de las relaciones internacionales y las profundísimas diferencias económicas, sociales y culturales; el segundo modelo, es el de la dependencia, basado meramente en el análisis marxista, que sobre la base de las desigualdades y dependencias económicas de carácter conflictivo, establece como prioridad el cambio socio-económico del mismo sistema internacional. Dentro de esta perspectiva marxista, imperan los fenómenos de desigualdad social, subdesarrollo y dependencia que caracterizan el actual sistema internacional. Continue reading Desigualdad: ¿Interdependencia o Dependencia?

La desigualdad y la discriminación

Milton Mata.

 

El término “desigualdad” dentro del contexto de una sociedad, se refiere simplemente a las diferentes condiciones de vida que se dan entre los individuos que conforman dicha sociedad, es decir, desigualdad significa sencillamente falta de “igualdad” entre las personas.

Hablemos un poco sobre la desigualdad y la discriminación:

Desigualdad económica o monetaria:

En el mundo actual prevalece una muy notoria e innegable desigualdad en lo que se refiere a la distribución de la riqueza; mientras hay algunas personas inmensamente ricas también hay personas muy pobres.

Una realidad indiscutible es que la mayor parte de todas las riquezas del mundo están concentradas en muy pocas manos; mientras que los ricos son capaces de adquirir no sólo lo que necesitan para vivir sino que también tienen la capacidad de vivir rodeados de lujos; hay millones de personas en el mundo que no cuentan ni con lo mínimo necesario para tener una vida más o menos digna. Continue reading La desigualdad y la discriminación

Indignados: Somos los de abajo. Vamos por los de arriba

Indira Kempis

Tenemos menos de 30 años. Somos la generación que ha conocido los efectos de las dos migraciones: la del campo a la ciudad y las de la ciudad a otros países. Nos ha tocado usar inventos ingeniosos como una laptop, de hecho podría decirse que no concebimos el mundo sin Internet.

Vivimos con el discurso de que la educación es importante, probablemente esa sea una de las razones por las que hemos escalado un poco más en los grados escolares que nuestros padres. Nos vendieron que la fórmula para lograr el éxito, no es más que el número de ceros en el cheque, además del coche, la casa, el perro y un retrato familiar.

En México, a pesar de que vivimos en un país donde existen más de 40 millones de pobres, contamos entre las filas de los habitantes a uno de los hombres más ricos del mundo. En más de una ocasión he escuchado decir que esto en lugar de despertarnos preguntas sobre la desigualdad, debería causarnos orgullo porque esos ricos de apellidos que salen en las revistas del corazón son las personas a las que deberíamos seguir el paso.

La vida podía parecer tan fácil. Pero conforme crecimos, nos dimos cuenta que habíamos nacido en la crisis, que estudiar nos costó más que sólo desearlo, que para conseguir un buen empleo debías estar exageradamente calificado, pero que si lo estabas no podías ganar más que lo suficiente. En España, por ejemplo, el desempleo y las bajas remuneraciones generaron a la generación de los mil euros, es decir, la que no gana más que eso sin contar el seguro social. Llegando a este punto, de la casa, el auto, el retrato y el perro, mejor no hablamos.

A la par, otros jóvenes inventaron redes virtuales para socializar. Ellos, Jack Dorsey y Mark Zuckerberg, se hicieron millonarios. Nosotros, los consumidores, encontramos un espacio para interactuar. Por supuesto que usted y yo somos privilegiados, considerando que en México cuenta con cerca de 30.8 millones de usuarios que tienen acceso a Internet, lo que representa el 30 por ciento de la población, aproximadamente, de acuerdo a la Asociación Mexicana de Internet  (AMIPCI). Al menos  65.65% de ellos con una cuenta en Facebook, mientras que 2 millones 480 mil son usuarios activos en Twitter, según un estudio realizado por la empresa Mente Digital.

Los hábitos de rapidez e inmediatez instalados en nuestra cultura posmoderna, reflejados en los comportamientos que adoptan los usuarios en las redes sociales virtuales han permeado en la concepción que la sociedad tiene sobre sí misma. Sigmunt Bauman afirma en su libro Tiempos Líquidos que esta sociedad cambiante “se ve y se trata como una red, en vez de como una estructura (menos aún como una “totalidad solida”): Se percibe y se trata como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de un número esencialmente infinito de permutaciones posibles”.

Esas conexiones permitieron enterarnos a los usuarios de las redes sociales virtuales de una noticia que empezaría con la Primavera Árabe, seguiría con Acampada Sol y nos dejaría en Occupy Street: El suicidio público en Túnez de Mohamed Bouazazi, un profesional desempleado y reconvertido en vendedor ambulante para alimentar a su familia. La policía le quitó sus productos porque no estaba habilitado y el joven, en protesta, se prendió fuego.

#Occupy

La oleada de esa primavera árabe se propagó velozmente, alcanzando las plazas en Argelia, Marruecos, Yemen, Siria, Oman, Jordania y Barhein. Las voces de las protestas indicaban las quejas ante familias monárquicas, dueñas del poder, ¿por qué habría que dejar la vida social en manos de unos cuántos? Todas las movilizaciones, a partir de este momento, empezarían con reclamos económicos-sociales. Exigir el final de autoritarismos y la apertura política para desmonopolizar la toma de decisiones.

Es importante mencionar que el caso de Mohamed se repitió con Ahmad Hashem, de 25 años, quien estaba desesperado por no conseguir trabajo y terminó quemándose en el tejado de un edificio de Alejandría. Los dos móviles de la Primavera Árabe son similares.

La furia justificada inundó las redes sociales virtuales. La franja tan distante entre los ricos y los pobres, la carencia de oportunidades, la desigualdad comenzaron a ser cuestionamientos directos sobre los sistemas económicos entre algunos de los usuarios de la red.

Estos reclamos llegaron a la Puerta del Sol. En Twitter,  se puede seguir el movimiento con el hashtag  (búsqueda) #15M. 150 plazas públicas de España se llenaron de jóvenes que se quedaron a acampar. A esta movilización nacional se adicionan quejas sobre los derechos laborales, las pensiones, la reducción de salarios, la falta de empleo, los presupuestos escasos para la educación y salud pública como la privatización de los programas gubernamentales.

#DemocraciaRealYA también sigue resonando en las plazas españolas. Es mediante el sitio Tomalaplaza.net, el que sirve en fuente de información fidedigna para la organización social, como se genera la organización. Los medios de comunicación tradicionales toman información de los blogs y microblogs y con eso dan eco a las demandas.

Sin embargo, no es casualidad que este movimiento se esté creciendo. Por una parte, estos emergentes espacios públicos permiten la liberalización de las voces populares. Pero, las condiciones socioeconómicas mundiales regalaron las argumentaciones perfectas para detonar la indignación. La académica Nuria Cunill reconoce que esas demandas que se gestan en la sociedad ya no sólo se consideran de autorganización política, sino social, lo que implica que “la esfera pública resulta en este caso movilizada hacia la conquista de poderes sociales y, específicamente, hacia la reivindicación de espacios autónomos en torno a la configuración de la vida social”.

Ésta configuración de la vida social, como la denomina la investigadora, tiene que ver con la apropiación de los espacios públicos que permiten que las voces diversas permeen al poder público o como afirmaría Habermas los sujetos se persuadan mutuamente. Una demostración de que la sociedad necesita incidir en la agenda pública y en la toma de decisiones, mediante la vía pacífica, sobre lo que considera necesario para sí misma. Esa es la #spanishrevolution: congregaciones de jóvenes en diferentes puntos de las ciudades para debatir sobre los derechos básicos (que no tradicionales) a la cultura, la educación, la participación, la felicidad.

El tercer momento más importante del movimiento global se inició justo en lo que se considera el símbolo del capitalismo mundial. En los patios de Wall Street, con el movimiento #OccupyWallStreet (OWS), aquí fue cuando el nombre “Indignados” adquirió mayor fuerza. Lo que comenzó un grupo de jóvenes pequeño de clase media, universitarios, se convirtió en uno de los movimientos más emblemáticos para la historia de ese país. Incorporando a los banqueros y a las empresas como móviles de la construcción de un capitalismo sin visión social.

La exclusión, también como bandera, condujo a argumentaciones sobre cómo es que a partir de estas políticas sólo se benefician quienes permanecen en vínculos en una misma élite financiera, dejando a un lado los intereses del resto. De ahí se originó otro microgrupo: el 99, es decir, los desempleados, los indígenas, los pobres, los afrodescendientes, las minorías.

¿Quiénes son los indignados? Es una pregunta a la que se les ha adjudicado las explicaciones anteriores, nombre tomado de un libro cuyo título en francés Indignez-vous! de Stephane Hessel, un sobreviviente francés de los campos de concentración nazi, de actualmente 93 años, que ha trabajado en denuncias públicas ante los genocidios de la humanidad y en resistencia a la violencia. Para él, la vida se tiene que usar con compromiso. Las razones para indignarse tienen que ver con las condiciones socioeconómicas que no permiten la libertad, la seguridad, la justicia social, la equidad y los derechos humanos. Eso sería más que suficiente para la indignación, sobre todo apelando a la juventud como actores decisivos para conservar y avanzar hacia esos valores.

Estas generaciones de jóvenes son los que están haciendo visible la voracidad de quienes han ostentado el poder económico en todo el mundo. No se consideran políticos y, sin embargo, utilizan los espacios públicos y virtuales para hacer política, la que podríamos llamar “la política del descontento”. También, el liderazgo no se asume desde unas cuantas voces, sino en una multitud multiplicadora de voces, de tal manera, que el liderazgo es compartido y, al mismo tiempo, colectivo. Se nota esto desde su lenguaje plural: somos, nosotros, estamos, queremos, deseamos, pensamos.

En México, casi a la par, se comenzaron a tener en distintas ciudades “acampadas” y tomas de plazas públicas. La organización social se gestó de la misma forma: el uso de redes sociales virtuales como herramienta para enlazar las conexiones (mas no relaciones) entre los participantes. De surgió, por ejemplo, @acampadamty y @tomalacallemx

En un foro abierto, dentro de la cuenta de Facebook que utilizo, planteé una pregunta para conocer algunos de los motivos que, dentro de mis contactos, se tendría para entender esa indignación, aquí sus respuestas:

  • Rodolfo Garza: ¿Indignado? ¡Desde luego! Indignado porque tenemos el gobierno que no merecemos, indignado porque la reina Economía tiene apellidos de alcurnia, indignado porque la calle es camino minado, indignado porque las letras se encuentran sitiadas, indignado por el hambre, por el miedo, por el futuro de rostro turbio. Indignado más aún, por nuestra juventud apática.
  • Jorge Arturo Castillo: Porque atentan contra mis derechos de vivir una vida justa y equitativa, de vivir una vida tranquila y en paz, porque atentan contra mi derecho al libre tránsito, a acceder a información veraz, a saber la verdad.
  • Juan Alberto Hernández Arreola: Indignado del cinismo de los políticos y funcionarios públicos. De que el país, estado y ciudad estén tan mal como nunca antes y todavía tengan el cinismo de hacerse publicidad con nuestros recursos.  
  • Nadia L. Orozco: La dignidad se refiere al merecimiento de algo. Se trata del respeto mínimo que merece todo ser humano por el hecho de serlo, y que da lugar y sustento a los derechos básicos a la libertad, la propiedad privada, la igualdad y a la seguridad jurídica. Sí me considero indignada, porque ese respeto mínimo parece que no existe, ni en las instituciones y tampoco en las relaciones sociales con otros fuera de la familia (y a veces ni en ella).  
  • Edmundo Nery: entiendo como enfado o molestia, algo indigno de merecer todo lo que acontece día a día en México. Impotencia de no poder contra el enorme poder que nos domina, el económico, la corrupción, los políticos, los traidores de los ciudadanos, empresarios.
  • Alejandro Gamaliel: Me siento indignado por ser tratado como ganado, como un instrumento de un sistema explotador de sueños y nuestra libertad intrínseca. Por haber sido bombardeado con mentiras en las noticias, en los libros de historia, en la religión.
    Me siento ofendido por haber nacido esclavo y endeudado, que la sociedad me haya querido doctrinar bajo la idea que el desarrollo económico es mi desarrollo como persona.
  • Patricia Negrete: Me siento indignada por vivir en un país tan bello, tan lleno de recursos y riqueza y que haya tanta gente viviendo en pobreza por la avaricia de unos cuantos que se han apoderado de todo y no lo sueltan.

“Indignada, ¡lo que le sigue!”, afirma Gabriela Patricia. Son cada vez más personas las que se suman a esta indignación global. Las peticiones y demandas son similares tanto como las represiones. Al momento, en que escribo  este artículo se está denunciando, vía Twitter, la tensión de presiones en la Plaza Tahir de Egipto tras 3 noches de manifestaciones y  a una semana de las primeras elecciones legislativas del país después de la caída del presidente Hosni Mubarak en febrero pasado. En los medios de comunicación se habla de 3 muertos, hay quienes informan hasta treinta. Ante esto sucesos, ¿vale la pena?, ¿qué es lo que “le sigue”?

#globalchange, #worldrevolution?

De acuerdo con Francisco Campos, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela, “una de las principales características de la llamada “red social” son: concepto de comunidad, a través de la creación de redes de usuarios que interactúan, dialogan y aportan comunicación y conocimiento; tecnología flexible y ancho de banda necesario para el intercambio de información”. Las reflexiones en los distintos espacios públicos virtuales comenzaron a encontrar un argumento común: el poder, el dinero, la realización, la política, el desarrollo… En manos de unos cuantos.

La plaza pública es ese espacio para canalizar las inconformidades. En su descripción se lee: “Es un movimiento ciudadano apartidista que busca unir la indignación presente en la sociedad frente a los abusos del sistema político y económico que tiene secuestrada a nuestra sociedad para generar una transformación a través de mecanismos no-violentos”.

Nora Rabotnikof, investigadora de la UNAM, citada en el libro ¿Qué tan público es el espacio público, menciona que “el espacio público se concibe, como lugar de gestación de una comunidad basada en el reconocimiento mutuo, emergente de la aparición visible y manifiesta de los ciudadanos, en principio accesible a todos (…) Sería así lugar de expresión de la sociedad civil pura, de sus aspiraciones, valores y propuestas; lugar de automediación de la sociedad civil con un Estado entendido como núcleo regulador en el que las distintas alternativas generadas en la sociedad puedan tener expresión”.

La movilización no es algo tampoco fortuito ni producto de la labor mediática de las redes. Warren E. Buffet en su artículo del New York Times nombrado Dejen de mimar a los ricos, escribió que “las comunidades humanas son algo más que agregados azarosos de individuos, más que selvas donde el más fuerte resulta el triunfador, más que espacios donde se intercambian mercancías. O por lo menos deberían ser algo más que eso. Porque dejadas a la ley del más poderoso, a la supuesta autorregulación de los mercados, a la inercia de las relaciones sociales, lo que aparecen son sociedades contrahechas, polarizadas, escindidas”. Tarde o temprano tendría que llegar, las redes sociales sólo fueron el eco de un hartazgo que ocuparía ese espacio público del que explora Nuria Cunill.

Sin embargo, para que tenga efecto  y realmente se le considere un desplazamiento o descentralización del poder de unos cuantos para quienes padecen esa polaridad de la vida económica y social, se tiene que traducir en acciones específicas para que sea factible o posible. Sin que eso implique deslindarse de una indignación válida. Más allá de eso, que esas acciones sean incluyentes para hacer que otros y otras participen o se movilicen. Intervenir en la vida pública desde los espacios físicos aprovechando las oportunidades que se generan para la organización en la virtualidad, sin depender totalmente de ellas.

Debemos tomar en cuenta que esos microgrupos deberán encontrar uno o varios proyectos comunes en los cuales canalizar las ideas. Implica una reflexión profunda sobre cuáles son los objetivos, el futuro, la vida social que queremos para nosotros y para compartir con los otros. Contar con eso podría hacer que el movimiento de cambio global tenga no sólo eco sino voz propia para incidir en esa transformación de la dinámica económica que permita apostar a nuevos futuros.

Los Indignados: un retrato a lápiz

Gabriel Contreras

“Money for education, Not war”. “Universidad e investigación científica”. Los lemas crecen de manera vertiginosa, al ritmo de una movilización que no tardó más que unos meses en alcanzar dimensiones globales.

Atiborran las calles de Brooklin, acaparan la atención en Madrid, han puesto de cabeza a Roma, Atenas, Washington, interrumpen al Presidente norteamericano Barack Obama durante uno de sus discursos en New Hampshire, y es solamente para manifestarle que están hartos, de veras hartos, profundamente hartos.

Se quejan de la quiebra del sistema político. Parecen estar en todas partes, hasta en Nigeria. Se movilizan a través de Facebook, Twitter, lanzan Emails en cantidades demenciales. Han creado una gran convergencia de medios al combinar los instrumentos digitales con las pancartas y la gritería a secas. Los periodistas les ponen casa. No paran, protestan día y noche. Es como si brotaran de las sombras, de la miseria, del caos. No tienen un líder plenamente identificable. Sostienen un discurso plural y opaco, un tanto inconsistente en realidad, saben que están en contra de muchas cosas, pero no saben muy bien a favor de que están luchando… Se hacen llamar Los Indignados, son miles y miles en todo el mundo…

Hay un grito que pone en el mismo paquete periodístico a las grandes capitales en los últimos meses. Las enciende, las catapulta, pero sobre todo las unifica. Se trata de un conjunto de demandas, clamores y exigencias que corren como un tren a punto de descarrilarse o de embestir todo lo que halle a su paso.

En medio de numerosas consignas, protestas y manifestaciones, es posible observar grupos de estudiantes, trabajadores sindicalizados, maestros… todos esos sectores a los que suele identificarse como “sociedad civil”, y que parecía haber estado sometida, durante años y años, a los vaivenes de una economía llamada neoliberal y a un sistema político que ni por error les rendía cuentas. Hoy… hoy tienen las calles en sus manos, y todo parece remitirnos a Los Indignados. Hoy son el tema semanal en la tele, en la radio, en La Red. Hoy están peleando en Turín, en Palermo y en Roma. Hoy sus protestas se mezclan con las de numerosos grupos estudiantiles chilenos, y con la gente comandada por Javier Sicilia en la Ciudad de México.

El hecho es que en estos momentos tenemos que ver a Los Indignados como seres de carne y hueso, seres que cantan, que tienen ganas de cambiar al mundo, que están desesperados, muy desesperados, y duermen en la Plaza de Coyoacán o donde pueden… Ellos salen de noche en busca de alimento gratis por ahí, donde sea, para dedicar sus días a una lucha frontal y al parecer muy difícil.

“Lo que más nos indigna es la falta de indignación”, dice uno de Los Indignados en un quiosco de Coyoacán al ser interrogado por un joven llamado Boris. Para describir al vocero, solamente necesitamos enumerar un sombrero a lo Bat Masterson, una barba a lo George Harrison, y un pantalón de mezclilla que le tiene miedo al detergente.

Unas horas antes, el actor Daniel Giménez Cacho encabezaba una protesta frente al Ángel de la Independencia, seguido por grupos de teatro y cantantes, todos exigiendo explicación al Gobierno por tantos y tantos asesinatos en los últimos días. Lo clamores se entremezclan, y la voz de Giménez Cacho se funde con la de Chavela Vargas, los actores, los poetas, los estudiantes, y toda esa gente de la calle que, poco a poco, va transformando al DF en un gran foro político…

Pero así como México DF, numerosas ciudades de América y Europa se encuentran trastornadas por esta protesta que parece un disturbio y es más bien un alegato, un inmenso, masivo, tremendo, monumental alegato contra el poder actual.

“No al gobierno de los bancos”, se exige en Italia, “Indignación ante la miseria”, se precisa en México. “Derechos sociales, bienestar, educación popular”… Las demandas se suceden y se superponen en todo el mundo, creando un verdadero crisol de la revuelta.

La investigación científica es también uno de los factores que movilizan a la sociedad civil en el caso italiano. Así, en Roma los universitarios han salido de las aulas en busca de más apoyos para la educación, la universidad y la investigación…

Para preguntarnos en qué consiste el perfil de Los Indignados en las calles del mundo, acudimos a entrevistar a un par de periodistas, algún escritor, acudimos también a las páginas de la prensa, a las notas de la tele, pero sobre todo a observar un clamor que crece como la hierba, y evidentemente no tiene fronteras… Un clamor que nos exige atender este nuevo malestar en la cultura…

Algunas cosas indignantes

Milton Mata

Aquí algunas cosas que indignan:

 

La inseguridad y la violencia:

Todos quienes vivimos en esta ciudad escuchamos con frecuencia frases como: no salgas a carretera porque es peligroso, no salgas a la calle porque hay peligro, no vayas para cierto lugar porque te puede pasar algo, etc. En pocas palabras podemos decir que prevalece en la ciudad un miedo colectivo. No permitamos que se nos arrebate ese derecho constitucional de transitar libremente por el territorio nacional. No debemos vivir con temores sino con precauciones.

La violencia es el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastorno del desarrollo o privaciones.

Todos debemos de ser libres, en toda la extensión de la palabra.

Mahatma Gandhi decía: “La humanidad no puede liberarse de la violencia mas que por medio de la no violencia”.

 

La guerra y el terrorismo:

Si nos ponemos a revisar la historia de la humanidad desde su inicio, nos daremos cuenta que desde que los humanos comenzamos a poblar la

Tierra, se desarrollaban conflictos entre los hombres; dichos conflictos se debían principalmente a la lucha por conseguir aquello que necesitaban para poder sobrevivir; por ejemplo, territorios, agua y alimentos, animales, lugares de refugio, etc.

Actualmente en diversas naciones de nuestro mundo se están desarrollando conflictos; pero en la actualidad los partícipes son movidos por intenciones y fines no muy honorables, tales como, apoderarse de territorios, apropiarse de riquezas, ejercer dominio sobre otros, o simplemente la búsqueda del poder.

En la actualidad y desde hace años, algunas de las naciones más ricas y poderosas del mundo gastan enormes sumas de dinero en actividades bélicas, por ejemplo, desarrollo y/o adquisición de: armamento de todo tipo, armas químicas y biológicas, explosivos, tanques de guerra, submarinos, satélites espía, cohetes, misiles, buques de guerra, portaaviones, aviones de combate, helicópteros militares y armamento nuclear.

El terrorismo es el intento de dominación por el terror, es decir, usar la violencia o amenazar con recurrir a la misma hacia una o más personas.

El terrorismo es uno de los actos más atroces de los que puede ser capaz un ser humano, los terroristas son individuos que no tienen ni el más mínimo

respeto hacia los demás, pero principalmente no respetan a la vida.

Albert Einstein decía: “No sé qué armas usará el Hombre en la tercera guerra mundial, pero sí sé cuáles usará en la cuarta: piedras y palos”.

 

La pobreza y la desigualdad:

En el mundo actual prevalece una muy notoria e innegable desigualdad en lo que se refiere a la distribución de la riqueza; mientras hay algunas personas inmensamente ricas también hay personas muy pobres.

Una realidad indiscutible es que la mayor parte de todas las riquezas del mundo están concentradas en muy pocas manos; esto no quiere decir que sea algo malo que existan personas poseedoras de grandes riquezas; pero mientras algunos de estos súper ricos dedican parte de su vida a la filantropía, otros simplemente tienen en su vida como único propósito el acumular la mayor cantidad de riqueza posible.

Mientras los ricos son capaces de adquirir no sólo lo que necesitan para vivir sino que también tienen la capacidad de vivir rodeados de lujos; hay millones de personas en el mundo que no cuentan ni con lo mínimo necesario para tener una vida digna.

Benjamín Franklin decía: “Yo creo que el mejor medio de hacer bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin recibirla”.

 

Solamente una sociedad unida y organizada será capaz de hacer algo por el bien común. Piénsalo…

Confieso estar indignado…

Rodrigo Soto

En varias ocasiones, en que estoy sentado en un restaurante esperando degustar algo de comida o refrescar mi sentido del gusto con alguna bebida, me gusta observar algo de la coreografía social del medio en donde me encuentro y dentro de esos breves, pero profundos pensamientos, me cuestiono en relación a la que Balzac en su momento llamó “La Comedia Humana”, en el sentido de que usamos ciertas máscaras para movernos en el complejo marco social al que pertenezcamos.

Con lo anterior me refiero a que curiosamente los seres humanos hemos creado una división de actividades y por ende de trabajo, en donde se supone que se premia a cada quien por sus aptitudes y desempeño, tratando de ofrecer igualdad de oportunidades a cada uno de nosotros. Situación que en la realidad no se cumple, pues me resulta claro que dentro de un simple restaurante se pueden observar las diferentes clases sociales que tenemos y la gran diferencia marcada entre unos seres humanos y otros. Unos sirven a otros, unos consumen mucho y desperdician, jactándose de ello, gracias a su poder adquisitivo y otros esperan dar su mejor desempeño con prontitud para recibir, aparte de su sueldo, alguna gratificación por el servicio ofrecido, otros cocinan, otros cobran, otros limpian los baños y ofrecen una toalla seca para secarnos las manos y de reojo nos señalan que existe un recipiente para colocar algunas monedas o si tienen suerte algún billete que mejore su día, mientras que sucede todo esto, no es raro que al salir veamos a personajes de muy escasos recursos que nos ofrecen una cara sombría y melancólica, tratando de que nos apiademos y por ende demos algunas monedas o de perdido tengan acceso a las sobras de lo que no consumimos dentro.

En varias partes del mundo, al igual que en nuestro país, la igualdad de oportunidades es un mito, solamente es un eslogan publicitario que busca atraer votos en cada momento que existen elecciones. Por otro lado la iniciativa privada no sale exenta, pues en mi particular percepción, en ocasiones ofrece empleo en forma de nepotismo o para saldar algún favor en relación de amistad o simplemente con el objetivo de “eficientar” procesos y maximizar la utilidad de los dueños, se despide gente a diestra y siniestra, sin tomar en cuenta lo importante que es el capital humano y lo que daña la mala reputación empresarial de boca en boca.

Dentro de este tenor, me declaro no creyente de los procesos de selección de personal en los filtros de recursos humanos, pues no siempre un pedazo de papel es un reflejo exacto de las capacidades y aptitudes del individuo que lo presenta, sino que simplemente puede ser una farsa muy bien elaborada, bajo la bandera de la inteligencia maquiavélica, con tal de conseguir el ansiado puesto, situación que se ve al descubierto solamente cuando “en pie de guerra” de negocios se observan las carencias del empleado en cuestión. Resulta indignante ver cómo un compañero de trabajo no tiene los conocimientos, ni las habilidades, ni aptitudes para desempeñarse correctamente en su trabajo y aunado a ello recibe un sueldo alto o superior a nosotros. De ahí que considere que el tener un alto puesto, no es necesariamente la viva imagen de inteligencia, pues muchos de los de abajo nos sabemos mejores que muchos de los de arriba.

Siguiendo en el tema central del escrito que como el título señala es declararme indignado, comparto ese sentimiento de impotencia y enfado hacia la desigualdad que se vive, no solamente en mi país, sino en todo el mundo. Pero para nosotros, lo más importante es partir de lo general hacia lo particular y llegar al caso de México. Ahora leamos el porqué de la indignación que siento.

Iniciemos con el ejemplo, de que a nivel global, la información del Human Development Report de la ONU, nos dice que el 20% de los más ricos tienen 3/4 partes del ingreso mundial y el 40% de la población que vive con menos de 2 dólares al día tienen el 5% del ingreso global. Al igual tenemos que según datos de la directora ejecutiva del Banco Mundial, Ngozi Okonjo-Iweala, se tienen 1,200 millones de personas viviendo con menos de 1.25 dólares al día. A esta cantidad le tenemos que agregar, como lo dice Okonjo-Iweala, que existen 900 millones personas que se van a dormir con hambre. Siguiendo este tenor, dentro de la revista Foreign Policy se señala que debido a la pobreza, así como a la falta de las instalaciones básicas de salud para prevenir las enfermedades, un niño muere cada 4 segundos en alguna parte del mundo.

También sabemos que México y Chile son los dos países con mayor grado de desigualdad, de acuerdo a un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Buscando más información al respecto, contamos con un video, también de la OCDE, titulado: “Record inequality between rich and poor”, en donde se habla de que el ingreso de los más ricos ha ido en incremento, comparado con el ingreso de los más pobres, sobre todo en los países: Australia, Finlandia, Dinamarca, Inglaterra, Estados Unidos y México. Solamente en países como España, Francia y Portugal, la diferencia entre el ingreso de ricos y pobres se ha mantenido igual. Partiendo de todo esto, el ingreso promedio de los más ricos, dentro de la OCDE, comparado con el ingreso de los más pobres es 9 a 1. Analizando esa razón, dentro del video, se tiene que es de 6 a 1 en Noruega y Dinamarca; 10 a 1 en Japón, Italia, Corea del Sur e Inglaterra; 14 a 1 en Turquía, Israel y los Estados Unidos; pero lo increíble es que es 27 a 1 en México y Chile.

La desigualdad se puede medir con el coeficiente de Gini, que de acuerdo a Wikipedia: “El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno)”. Además, dice de igual forma Wikipedia: “El índice de Gini es el coeficiente de Gini expresado en porcentaje, y es igual al coeficiente de Gini multiplicado por 100”.

De acuerdo con información de la OCDE, del 15 de abril de 2011, tenemos que textualmente nos ofrecen lo siguiente: “Chile tiene el coeficiente Gini más alto entre los países de la OCDE, que es de 0.5, lo que significa la desigualdad más alta. En segundo lugar está México con un coeficiente de Gini de 0.48. Mientras la desigualdad creció en México desde mediados de los 80s hasta finales del 2000, Chile la ha reducido considerablemente. La República Checa, Suecia y Finlandia son los países de la OCDE en que más aumentó la desigualdad durante esta época. Sin embargo todavía pertenecen a los países con más igualdad en cuanto a la distribución del ingreso”.

“Aunque la pobreza relativa también disminuyó en Chile, todavía es muy alta. Sólo en Israel y México es mayor. Aproximadamente una de cada 5 personas es pobre en México y Chile, mientras el promedio de la OCDE es una de cada 10. Además el 38% de los chilenos reporta que le es difícil vivir de sus ingresos actuales, un porcentaje muy por encima de la media de la OCDE de 24%. Relacionado con la alta tasa de pobreza y la distribución inequitativa del ingreso es el nivel de confianza en las demás personas; el 87% de los chilenos y el 74% de los mexicanos sospechan de la gente. Con estas cifras ambos países se encuentran significativamente por arriba del promedio de la OCDE de 41%”.

En otro dato importante, en el artículo titulado: “OCDE: los ricos ganan en México 26 veces más que los pobres” publicado en Proceso y escrito por Carlos Acosta Córdova, se menciona que “en últimos 25 años, los ingresos de los hogares crecieron así: 1.7% para el 10% de los mexicanos más ricos, contra sólo un 0.8% para el 10% más pobre”.

Aunado a esto debemos recordar que contamos con información del artículo de Gerardo Esquivel, titulado: “Pobreza y trivialidades”, publicado en la revista Nexos de septiembre de 2011, donde se nos ofrece la cifra de que de 2006 a 2010 los pobres en el país aumentaron de 45.5 millones a 57.7 millones, es decir un incremento de 12.2 millones de personas. Además de que el número de pobres extremos crecieron de 14.7 millones a 21.2 millones, en el mismo período, lo que equivale a un aumento de 6.5 millones.

Al leer lo anterior, muchos estudiosos y líderes tanto empresariales como de gobierno, se avocan a la tarea de establecer grandes proyectos que puedan abatir la desigualdad, crear oportunidades para todos y finalizar con la indignación del pueblo, pero al final del día la solución puede estar en la esquina de nuestra cuadra o incluso afuera de nuestra oficina, que puede ser mi caso, ya que al ayudar al prójimo es contribuir con un pequeño grano de arena, pero se incide de forma directa en ayuda a cierta persona. A veces la ayuda más pequeña puede tener el impacto más fuerte, como si fuese un efecto mariposa, aunque siempre enseñando a pescar y no solamente dando el pescado. A lo mejor si cada mexicano nos diéramos a la tarea de ayudar a alguien, enseñándole a pescar, tendríamos un país con mayores oportunidades, además de promover el emprendedurismo para la creación de empresas y empleo bajo la bandera del conocimiento científico y tecnológico.

Al final tal vez sería bueno recordar lo que dijo el gran poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón en su poema Asonancias: “…nadie tendrá derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto” y esperar que el final de este poema se haga realidad, por lo menos en México, pues dice: “Y la equidad se sentará en el trono de que huya el egoísmo, y a la ley del embudo, que hoy impera, sucederá la ley del equilibrio”. Ojalá que así sea…

 

La generación del siglo XXI: Los indignados

Cinthya Araiza

“Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas”  Comunicado de prensa de “Democracia real Ya” (17/05/2011)

¿Democracia u oligarquía? ¿Bien común ó egoísmo institucional? ¿Por qué si somos una generación brillante, preparada, el futuro de nuestros países, nos sentimos indignados? Qué es lo que en realidad buscamos de nuestros gobiernos como ciudadanos? “¡Democracia Real Ya!” El resultado del desempleo masivo (a nivel mundial), la mala remuneración de los jóvenes profesionistas, las precarias condiciones de vida, son tan sólo algunas detonantes de una iniciativa global que surgió este mismo año y que se ha expandido, ha borrado fronteras y  sus voces han unido fuerzas. Un movimiento de indignados que desean –pacíficamente- una democracia justa y real y un futuro digno…hacer valer años de preparación, dedicación y estudio.

No sólo es un movimiento, es una iniciativa ciudadana que por primera vez se organizó al coordinar diversas manifestaciones pacíficas en cada rincón del mundo capitalista. Se ha convertido en más que una forma de expresar inconformidades, pues expresa el cólera de una generación entera que no ve futuro y que ha quedado  sin fe en las instituciones tradicionales, en la política y en el sistema financiero internacional. Dicho fenómeno global tiene sus miles de razones de ser, bien fundamentadas; las reformas fallidas, las crisis financieras protagonizadas por los bancos, las leyes limitantes de beneficios, todas estas son razones suficientes para que esta generación de indignados se manifieste ante los poderes económicos y políticos para exigir lo que les corresponde con justicia.

La indignación y las quejas van hacia la misma dirección en todos los países, ya sea europeos ó latinos, de centro ó periferia, de naciones desarrolladas ó subdesarrolladas: el olvido y rezago de la gran mayoría contra un sistema oligárquico y no democrático, en donde sólo se benefician unos cuantos. Es como piensan todos quienes forman parte de este movimiento social, de qué me sirve titularme con los mejores promedios ó de que me sirve tener 2 e incluso 3 maestrías, doctorados y diplomas, si de todas formas voy a seguir viviendo mediocremente, siempre en búsqueda de una vida más digna; seguramente no sólo ellos, sino todos los que pertenecemos a esta generación de indignados nos hemos preguntado lo mismo al menos una vez. Probablemente no había existido un fenómeno así, un movimiento tan masivo en décadas pasadas por que la humanidad no había despertado; se trataba de generaciones más sumisas y conformistas, sin embargo, y con el surgimiento de nuevas ideologías, pensamientos y ganas de salir adelante para tener una mejor calidad de vida e incluso el mismo espíritu de competencia del ser humano se ha despertado de este largo y utópico sueño, en donde si vivo en un país democrático, mis representantes deben hacer lo mejor para mí y los míos- pues el sistema democrático debe ser así, pero no lo es.

España fue la gota que derramó el vaso de agua, fue el hasta aquí de una generación de eruditos desempleados y de desperdicio intelectual masivo. Hasta hoy van más de 719 ciudades y 76 países. Si bien la globalización y los medios de comunicación masiva así como las redes sociales han sido fuertes aliados y grandes herramientas de este fenómeno global.

Ateneo De las Ideas tiene su origen en la preocupación manifiesta de muchos jóvenes que se nos han acercado con un grado mayúsculo de inconformidad con esta época de globalización hecha esclava de la economía liberal y al servicio de un cambio dramático en el pensar existencial de la juventud que la ha empujado al monetarismo ilustrado, o sea, saber para tener y no para ser.

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